¿Se puede ser cristiano sin participar de la Eucaristía Dominical?
Veamos un poco.
Ciertamente no es la simple participación a la Eucaristía la que nos
hace cristianos, sino el ser discípulos, seguidores de Cristo, aquellos que
buscan poner en práctica el Mensaje que El nos dejó.
Como Él sabe que esto no es fácil, sobre todo en el
mundo y cultura en la que vivimos, nos dejó el alimento de su Palabra y el de
su Cuerpo y Sangre. La
Liturgia Eucarística hace presente (es un memorial) el
Proyecto de Salvación para el cristiano,
tanto individualmente como para la Comunidad.
Este acto de Jesús, la cena pascual, fue dado a sus
discípulos, y lo fue no como una opción sino como un mandato: “Haced esto en
memoria mía”.
En palabras simples: somos de veras cristianos cuando
Jesús nos acompaña a través de este “medio” elegido por Él. Este Sacramento es
fundamental para nuestra vida y sin él no hay mucha seguridad de estar en el
camino querido por Jesús.
Por el contrario, la cultura religiosa de hoy impone
como criterio que la participación a la Celebración Eucarística
no es necesaria, o lo puede ser sólo cuando lo siento, lo necesito o por
compromiso; en estos casos se usa el eufemismo de la “sinceridad”,
“autenticidad”, etc. Además, por lo que se ve, ciertas cuestiones
superficiales, más sensibles que eficaces, se utilizan como medios para la vida
cristiana.
El buen cristiano es aquel que decide, con el mayor de
los compromisos, hacerle caso a Jesús y no a las propias inclinaciones. Es
aquel que sabe que si no conocemos el Mensaje de Jesús no somos fieles a Él; es
el que sabe que haciendo lo que Él nos manda (“Hagan todo lo que el les diga”,
Jn. 2) podemos crecer en humanidad y como Hijos de Dios.
La Celebración Litúrgica, con sus dos mesas: la de la Palabra y la de la Eucaristía, es la
síntesis celebrativa de nuestra fe; es el momento en el cual Dios viene a
nuestro encuentro para enriquecernos y para unirnos. De hecho, en la Misa es la Familia de Dios la que
comparte y celebra la vida de Dios en ella. Es el momento en el cual, por medio
de la Palabra,
se nos marca el camino y se nos da el alimento para transitarlo durante la
semana.
Como dijimos antes: no se insiste en la participación solo para que
seamos muchos o para que cumplamos, sino para que podamos vivir y caminar juntos, así como Jesús
quiere. Todo esto exige compromiso, ganas de participar, ganas de acompañar,
perseverancia y tolerancia (ayudarnos).
Al no vivir ya en una cultura medianamente cristiana
es oportuno aclarar los tantos y si decidimos algo saber porqué lo vamos a
hacer.
Pongámonos en la escucha del Evangelio de Lucas,
evangelio que se usaba y se usa para la conocer más a Jesús, identificarse con Él
y continuar su obra evangelizadora siendo un solo corazón y una sola alma.