jueves, 4 de octubre de 2012

EL RINCON DE LA CATEQUESIS


Aprovechando que también este mes está dedicado a “LA FAMILIA”, realizamos unas pequeñas reflexiones al respecto. Sobre todo para aclarar el pensamiento evangélico:
No solo cada ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, sino que también la “familia religiosa” tiene como imagen al mismo Dios; Él es el punto de referencia. Sin entrar en complicadas explicaciones sino simplemente aceptando lo que se nos ha revelado, entendemos que Dios es familia: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Lo que mantiene unidas las tres Personas es el Amor y cada una tiene su propia misión, cosa que muchas veces hemos oído. El Amor que los mantiene unidos es el amor “ágape”; ese mismo amor que se nos dio a nosotros por medio de Jesús. Cuando existe este tipo de amor divino la familia se consolida, se fortalece, humaniza, diviniza. Cuando por el contrario, en la falta este tipo de amor no hay ninguna seguridad, la familia está “agarrada con alfileres”. Con el amor “ágape” está la seguridad de que Jesús está en medio de la familia para sostenerla, ayudarla, perdonarla, acompañarla en su misión. Con el otro amor se lo excluye a Jesús.


La familia, célula de la sociedad, se construye sobre el matrimonio y en esto tiene que quedar bien claro que es entre un hombre y una mujer. Para nuestra revelación no “existe el matrimonio igualitario” (a este tipo de realidad tendríamos que ponerle otro nombre y no igualar todo).
El matrimonio, fundamento de una familia cristiana, es aquel que se convierte en “Sacramento” no por una bendición sino por el compromiso de parte de Dios y de los contrayentes de vivir un proyecto, el querido por Dios al “inventarlo”. Por eso mismo, para la Iglesia no existe otro matrimonio que el fundamentado por el sacramento pues dos personas (hombre y mujer) se sumergen en el proyecto de Dios que quiere seguir estando presente en medio de nosotros amando y construyendo una nueva humanidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario