martes, 11 de diciembre de 2012

NAVIDAD “DIOS AMO TANTO AL MUNDO QUE ENVIÓ A SU HIJO ÚNICO”


Con la mano en el corazón, ¿merecemos que Dios nos envíe a su Hijo nuevamente?
Y sin embargo, Dios nos ama tanto, tanto, que lo envía igualmente. Nadie acá tiene méritos suficientes para exigirle algo a Dios, pero el ser humano es la criatura que salió directamente de las manos divinas y lleva dentro “su imagen y semejanza” No hay otra criatura que posea esta característica y, aunque le fallemos, Él no dejará de amarnos y buscarnos. Su único deseo es que podamos gustar de su vida y para siempre (eternamente): este es el fundamento de su amor y de la razón por la cual ese amor se expresó y se expresa en el envío de su Hijo.
La Navidad nos recuerda esto: no celebramos el nacimiento de Buda, ni de Mahoma, ni de Julio César, ni de Napoleón. Tampoco celebramos el hecho de hacer fiesta porque es 24/25. La Navidad tiene como motivo central ese amor de Dios manifestado en la presencia de Jesús. Salir de esta idea es “paganizar” la Navidad. Y entonces: ¡“el que quiere la fiesta pagana, que no la llame Navidad!” Seamos claros y sinceros….

¿A qué viene todo esto? A que se pretende caminar, vivir, construir, sin ningún tipo de relación con Dios o con algo que tenga que ver con lo trascendente: la sociedad se emperró en deshacerse de Dios y de todo lo que tiene que ver con Él. A este paso ya ni oficialmente se le llamará al día 24/25 con el nombre de Navidad; y así también desaparecerá  la Pascua con su Semana Santa y todas las demás festividades. De hecho, están apareciendo festejos nuevos como el “Halloween” etc.
Pero no importa: Dios sigue amando al ser humano y le sigue enviando a su Hijo Jesús. Siempre habrá un pequeño resto que confiará más en Jesús que en los hombres y en sus estructuras caducas y cambiantes (será la semilla constante que un día dará sus frutos). Esta situación es una constante en la historia humana y la Palabra de Dios la plasmó con el relato de “la Torre de Babel” ¿se acuerdan? Cuidémonos de los vendedores de ilusiones, de los fuegos artificiales, de los espejitos de color, de estos personajes o culturas (inventadas por los hombres).
Navidad, por lo menos para los que nos decimos “cristianos”, es un acontecimiento –y no una moda-, es la constatación del amor de Dios para con todos los hombres, un Amor Eterno. ¡Celebrémoslo! Y aprovechemos este acontecimiento para “proclamar” a nuestras familias, a nuestros vecinos ¡que Dios de veras nos ama y nosotros lo hemos experimentado!

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