viernes, 9 de noviembre de 2012

Bautismo (11)


El rito bautismal, esta primera parte de los Sacramentos de la Iniciación cristiana, llega a su fin, pero nada termina, más bien todo comienza. La semilla de la vida cristiana (la vida divina se le regaló a todos en el momento de la concepción), está echada. Y como toda semilla habrá que cuidarla, protegerla, alimentarla, podarla, etc. Esta primera etapa es “responsabilidad” de los padres. El bautismo, ya lo dijimos “no hace cristiano a nadie”; lo somos cuando libremente decidimos “ser discípulos de Jesús” y por lo tanto lo seguimos. Este concepto no es demasiado comprendido y aceptado; más bien tenemos la idea de que se es cristiano por ser bautizado y… lo demás queda por cuenta de Dios.
A partir del bautismo el “Dios invisible y abstracto” se hace presente en su Hijo Jesús, el Dios encarnado. Este tema es de fundamental importancia y si lo comprendemos bien estaremos construyendo la casa, nuestra vida y la Iglesia, sobre un fundamento sólido. De otra manera, como vemos, la vida cristiana se derrumba.
El rito termina indicando que gracias al Bautismo ya comenzamos a ser todos hermanos de Jesús y hermanos entre nosotros. Por eso se reza el “Padre Nuestro” (síntesis del Evangelio), y se invoca a María, madre de Jesús y por ende madre nuestra, para que proteja y acompañe la misión materna y paterna de “comunicar la fe cristiana” al hijo. Ella no falla cuando de corazón la invocamos y seguimos.
La bendición concluye esta etapa, con la conciencia que en la misión encomendada de educadores en la fe, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, acompañarán siempre nuestras vidas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario