El
Rito del Cirio y la vela que se enciende en él: El Cirio es el símbolo que expresa nuestra fe en la
presencia de Cristo a partir de la
Pascua , cuando se lo enciende de nuevo. Como resucitado,
Jesús vive en medio de nosotros para iluminar
nuestras vidas. El fuego de su llama da calor: nuestra vida cristiana es
“entusiasmante” cuando participamos del calor de Cristo, de su vida, cuando Él
da sentido a nuestra existencia. Esa llama -desde ese momento bautismal- tendrá
que quedar encendida para siempre. Por eso, los padres y padrinos encienden una
pequeña velita del Cirio y a ellos se les dice: “padres y padrinos, se les
confía la misión de acrecentar esta luz, para que este niño/a, iluminado por
Cristo viva siempre como hijo de la luz y perseverando en la fe salga al
encuentro de Cristo cuando Él vuelva”.
Lo realizado por medio de los ritos bautismales se proyecta más allá
del momento en el que se los realiza, recorren todo el arco de la vida, hasta
el encuentro definitivo y eterno con Jesús en su Reino. Es responsabilidad de los
padres, de los padrinos, de la familia, de la comunidad, mantener viva esta
llama bautismal.
El Bautismo finaliza con la oración del Padre Nuestro,
la única oración que nos enseñó Jesús y que resume todo lo que el sacramento
nos regala. También con la oración a María o la consagración a ella. Con la Bendición final se nos
anima a continuar lo que comenzó con este rito sagrado del Bautismo pues nada termina, todo comienza con él….
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