Queridas familias:
Ya vamos terminando el año pastoral y comenzaremos a fin
de mes otro más. Dar gracias a Dios es una necesidad porque, a pesar de todo,
El sigue estando presente y acompañando nuestras vidas. Por cierto que no todo
fue exitoso, no todo salió como uno ha planificado; mirar para atrás no sirve
de mucho si no es para seguir apostando al hoy y al mañana. Como dice el
Evangelio de Lucas: “alegrémonos porque nuestros nombres están escritos en el
cielo”, y no tanto porque adquirimos resultados. Lo que “mira” Jesús es el
esfuerzo sincero que hemos puesto en seguir sus pasos, en dejarnos guiar por El
y su Iglesia, y no solo los logros.
Además este año, en los últimos tres meses, no han
faltado propuestas nuevas bajo la ayuda del P. Yiyo. Su presencia en la Comunidad hay que
valorarla y agradecerla.
Para mí también es motivo de agradecimiento el poder
“aflojarme” un poco volviendo a mis raíces italianas, por el don de la vida y
el don de la vocación presbiteral. Si bien bastante de mi tiempo lo he dedicado
a consolidar los lazos familiares y de muchas amistades, también el ministerio
en diversas comunidades (distintas) me ha ayudado mucho. Por eso el dar gracias
a Dios Padre es parte de nuestro ADN cristiano. Y todo en función de mirar para
adelante con esperanza y optimismo, viviendo el día a día en el lugar en el que
El nos puso.
La vida está llena de etapas, nunca sabemos cuándo será
la última, pero cada etapa la tenemos que vivir como si lo fuese. Ahora está
por terminar una más y comenzaremos una nueva. ¿Proyectos? A esta altura de la
vida hay que hacer pocos y claros; vivir lo simple de cada día teniendo
presente lo siguiente:
- la consolidación de
la vida cristiana en la comunidad, “la familia de Jesús”, “comienzo del Reino”;
con aquellos valores que parten del Evangelio.
- Consolidación de la
vida familiar, pequeña Iglesia doméstica, con el redescubrimiento de los
valores que la tienen que sostener y alentar.
- La toma de
conciencia de que nuestro ADN incluye la misión de ser anunciadores del Amor de
Dios a todos. No tenemos que convencer a nadie, sino dar testimonio de que
hemos conocido el amor de Dios (según dice S. Juan en una de sus cartas). Este
será el hilo conductor del Evangelio de Lucas que se nos propondrá en el nuevo
año pastoral a partir del último domingo de este mes.
Para todo esto estaremos atentos al “Año de la Fe ” comenzado en octubre,
teniendo presente que la fe, regalo de Dios, es para ser vivida si bien para
eso hay que conocerla y no imaginarla.
Terminemos esta etapa con entusiasmo
para arrancar también con
entusiasmo la nueva que nos regala Dios.
Con la bendición de Jesús y de María
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