martes, 3 de mayo de 2011

“EL ESPIRITU SANTO COMPLETA LA OBRA DE CRISTO”


Queridas familias:

Este mes es parte de los 50 días que separan los acontecimientos de la Muerte y resurrección de Cristo con el don del Espíritu Santo o Pentecostés (12 de junio).
Si bien para los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas estos acontecimientos están separados, para Juan son un único acontecimiento Pascual. Pedagógicamente es importante la separación pues nos da tiempo para “prepararnos”. En Lc. 24, 29 se dice: “Y yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto…..Los discípulos volvieron a Jerusalén con gran alegría y permanecían continuamente en el templo alabando a Dios”. También pueden leer: Hechos de los Apóstoles 1, v. 8, 12, 13 y 14
     La Fiesta del Espíritu Santo va preparada para que El lleve a su plenitud la obra de Cristo. Sin El nos quedamos a medio camino y nuestro ser cristianos no tendría “sentido”. Lo vemos también en los discípulos de Jesús: vivieron con El durante tres años, lo escucharon, lo vieron actuar pero nada se modificó en ellos. Cuando la situación se puso insostenible (la Pasión y la muerte de Jesús), no quedó nadie a su lado, se borraron y vivían llenos de temor (Jn. 20, 19). Recién, cuando recibieron el don prometido, las cosas cambiaron: se acordaron de todo lo que Jesús les había enseñado, lo que habían visto, y sus corazones fueron convertidos: del temor pasaron al ardor. Ya nada fue igual; comenzaba a construirse el Reino de Dios por medio de una semilla llamada Iglesia (comunidad o asamblea creyente).
     Esto que la Palabra de Dios nos presenta, ¿qué nos dice? ¡Que la conversión es obra del Espíritu Santo, no nuestra!
Que tenemos que prepararnos, como los discípulos, para recibirlo y esto quiere decir estar dispuestos, a pesar de todo, a ser dóciles (dejarnos conducir por mano) renunciando a absolutizar nuestros criterios, puntos de vista, visiones, etc.
Sin el Espíritu Santo la obra de Cristo no está completa, no podríamos comprender el valor de la Bienaventuranzas, menos vivirlas; la importancia de la Iglesia; superar la separación entre la fe y la vida. Nos quedamos a mitad de camino. Por eso los cincuenta días son un único acontecimiento Pascual que estamos invitados a vivir guiados por la Palabra de Dios.

¡Que Dios nos bendiga a todos!

                                                                           p. Darío

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