martes, 4 de septiembre de 2012

PARA RECORDAR


La Eucaristía es “La Palabra que se hace Carne”. Es un misterio, entendiendo por “misterio” la decisión de Dios de hacer lo imposible para que el hombre sea feliz por la comunión con Él y con los demás. Este “proyecto de salvación” nos incluye no solo como objeto sino que también nos incluye como sujetos. ¿Qué es esto? Ciertamente somos objeto del amor de Dios, que no solo nos ama como un Padre bueno sabe hacerlo, sino que también nos incluye en ese proyecto uniéndonos a su Hijo Jesús, identificándonos con Él para que, en esa unidad, continuemos su obra, esto es, que todos los hombres por medio nuestro, puedan conocer el amor de Dios, puedan dejarse amar por Él para vivir la Unidad. La Eucaristía tiene como sujeto “a nosotros” y como objeto, “a ustedes”. Su fin es cambiar la historia de los hombres. Sin embargo, así como la vemos hoy ¿será posible? Claro que sí, pero no por nosotros y nuestras fuerzas y capacidades, sino por medio de Dios y una Alianza Nueva y Eterna. Esto es suficiente para que nos entusiasmemos, confiemos y hagamos todo lo posible para que, alimentados con el Pan de Vida, hagamos llegar la “savia de Dios” a los demás para que sean fruto de ese amor de Dios.

            Es importante saber para qué, domingo a domingo, los cristianos participamos de la Celebración de la Eucaristía. Si lo hacemos para cumplir, si lo sentimos como  una obligación o si participamos sólo para “llenarnos” de Jesús, entonces no hemos entendido mucho ni de Jesús ni de sus sacramentos. Si por el contrario, tenemos conciencia de que unidos a El estamos llamados y fortalecidos para cambiar la historia, entonces sí esa celebración será fructífera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario