martes, 4 de septiembre de 2012

Desde Italia


Al recibir este boletín ya habrá pasado un mes de mi llegada a Italia para compartir la realidad diocesana de Brescia y además para fortalecer los lazos familiares. Es un momento de “gracia” y también, por qué no, de renovación: tomar distancia y ver desde afuera la realidad del día a día hace bien y es una ayuda.
El calor de este mes es típico en esta zona, sobre todo en la llanura llamada “padana” -no por los quesos, sino por el río Po. Pero ahí nomás está el comienzo de los Alpes, anticipado por una zona de colinas, muy verde; esta zona es rica en vinos y sembrados de todo tipo y esta ya es la época de la cosecha. Al calor se lo puede dejar atrás subiendo a algunos de los montes que rodean ese pueblito.

El mes de agosto es tiempo de las vacaciones y los que pueden (se nota la crisis si la comparamos con años anteriores) se van o al mar o a las montañas o al exterior.
En este mes de setiembre estaré centrado sobre todo en mis 40 años de presbítero; este acontecimiento es más interior que exterior; volver a celebrar en el templo en el que fui ordenado será como volver a las raíces. Compartir con mis compañeros de curso será otro momento fuerte. Como uno no sabe si llegará a los 50, es mejor entusiasmarse ahora.
Por eso desde aquí un pedido a todos ustedes: que el día 8 de setiembre hagan una pequeña oración por mí y mi ministerio. Eso será importante para mi vida. Desde ya mi agradecimiento.

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