miércoles, 4 de marzo de 2015

El sacramento del matrimonio



     El Sacramento es un “don de Dios”, es el “signo” visible de su presencia que acompaña la vida de los hombres de una manera especial, desde la aparición de Jesús que “muriendo y resucitando” dio comienzo a “una nueva creación” hasta un nuevo orden de la unión del hombre y de la mujer.
El Sacramento del Matrimonio, como signo y según la carta de Pablo a los cristianos de Éfeso (5,32), hace presente el Amor de Cristo (Dios) para con toda la Iglesia (humanidad renovada). Los esposos deben tener en claro esta idea al momento de contraer matrimonio para que, precisamente, no se trate solamente de un acto social, sino que sea la respuesta efectiva (creer) al don de la Fe.
Así como el Amor de Dios es fiel aún frente a nuestras infidelidades, también la característica del matrimonio cristiano es la fidelidad, lo “indisoluble” (pues nunca Dios dejará de amarnos y estar acompañándonos). Por otra parte, también el Amor de Dios es “fecundo”, es siempre creativo y creador, de modo que la pareja cristiana aceptará esta característica.
Quedan unas preguntas pendientes: ¿están estas cuestiones presentes cuando los novios se preparan y se acercan al altar para celebrar el matrimonio? El desconocimiento interior o la no aceptación implícita de todo esto: ¿no hace acaso “nulo” el matrimonio?
Veremos por dónde irán las indicaciones del próximo Sínodo de los Obispos sobre la Familia en el mes de octubre. Por cierto hay que revisar muchas cosas, especialmente, la pastoral de preparación a este “Gran Sacramento” como lo llama S. Pablo en la carta a los Efesios.
Tal vez, lo que se hizo “inconscientemente” en su momento se puede hacer consciente desde ahora y encaminarse según el proyecto de Dios que quiere siempre nuestro bien y nuestra felicidad.

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