Queridas
familias:
Estamos en medio del Tiempo de Cuaresma: ¿lo estamos
aprovechando? Sepan que este tiempo es un regalo de Dios para revisar nuestra
vida, corregir lo que haga falta y disponernos a recibir, en la Pascua, la Nueva vida que Jesús nos
regala desde la Cruz
y la resurrección.
La Cuaresma es, por lo tanto, un momento para revisar el don de la Fe: ¿en qué creemos? La Fe es un don “sobrenatural”
-viene directamente de Dios por mediaciones (nuestros padres, la Iglesia, los ministros)-,
pero su origen está en Dios. No en un Dios etéreo, sino en un Dios que asumió
nuestra condición humana, Jesús. Por
eso el don de la fe tiene contenido y no es simplemente “fe en Dios”, sino fe
en Jesús, su persona y su mensaje.
La Fe se nos da como una semilla que tiene que
desarrollarse y esto se hace con la gracia de Dios y con nuestra aplicación por
conocer esos contenidos. En este aspecto, a decir verdad, somos demasiado
superficiales e ignorantes, pues frente a este don recibido nos debemos ponemos
nosotros con nuestro creer. Si la Fe es don de Dios, el creer es
lo que hago yo con ese don; es decir: aceptarlo, comprometerme y acrecentarlo.
¡Es solamente entonces cuando realmente creo, soy creyente! De otra manera no
lo soy: tengo la fe gratuitamente (pues me la dio Dios), pero tal situación no
tiene ningún sentido pues le falta contenido y respuesta personal. Por todo
esto: decir que tengo fe implica que creo. Son dos cosas que se tienen que dar
simultáneamente.
Dos modelos de fe y de creer nos presenta este mes: la Fiesta de San Jose, esposo
de María (Mt.1,18-25), el 19 de marzo; y la Fiesta de la Anunciación a María
(LC.1,26-38), el día 25. en estos paradigmas encontramos el doble aspecto que
se ha explicado: el don de la Fe
y la respuesta (creer) y como resultado de este connubio es que Dios se encarna
y comienza la etapa de la
Salvación humana.
Preparemos así la ya cercana SEMANA SANTA. Dios,
permanentemente pone lo suyo, su Amor por darnos una Vida mejor. Y esto es “la
entrega de su Hijo, su muerte y resurrección”. Pongamos entonces nosotros lo
nuestro: creyendo, participando, ayudando al otro, comunicando, colaborando.
Todos queremos que sea una Semana Santa distinta y enriquecedora. Dependerá de
nuestra actitud, fundamentalmente interior, que se reflejará en actitudes
exteriores.
Que María y José sean los iluminadores en este camino cuaresmal y que
Dios nos bendiga siempre a todos
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