- Hambre y sed de
Dios:
que
si no es canalizada nos hace caer en la tentación paradisíaca: “seréis
como dioses”.
- Hambre y sed de
espiritualidad:
que si no es orientada se convierte en
“supermercado”, donde cada uno satisface sus emociones y sentimientos.
- Hambre y sed de
libertad:
que si no es dominada desemboca en
libertinaje.
- Hambre y sed de fama
y honra:
que si no es purificada nos hace caer en
espectáculo apoteósico como a tantos faraones, reyes, guerreros, legisladores,
cantores y actores.
- Hambre y sed de
dinero:
que si no es controlada nos roba el sueño
y la paz.
- Hambre y sed de
sexo:
que si no es integrada con las otras
dimensiones del amor afectivo, amistoso y espiritual, nos devora, engulle y
erotiza.
- Hambre y sed de
justicia:
que
si no es hermanada con la misericordia, nos empuja a la crueldad.
- Hambre y sed de
salud:
que
si no es equilibrada se convierte en fuente de hipocondría.
- Hambre y sed de
descanso:
que
si no es dosificada es motivo de pereza y holgazanería.
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