PARA RECORDAR Y COMUNICARA NUESTROS CIRCULOS…..El próximo sábado 30 realizaremos nuestro JUBILEO DE LA MISERICORDIA. Un acto por el cual nos ponemos en camino hacia Jesús, la Puerta, para dejarnos abrazar por Él y recibir la indulgencia de su perdón, junto con la fuerza para “re-comenzar” el camino de discipulado de Jesús junto con los que creen en él.¿Qué condiciones nos pide la Iglesia, como administradora de los tesoros de Jesús?1. confesión sacramental,2. Los fieles están llamados a realizar una breve peregrinación hacia la Puerta Santa,3. La Celebración de la Misa con la comunión eucarística4. acompañar estas celebraciones con la profesión de fe y con la oración por mí y por las intenciones que llevo en el corazón para el bien de laIglesia y de todo el mundo”.¿Cómo lo haremos nosotros como Comunidad?1. El viernes 29, a las 20 hs. celebraremos el Sacramento de la Reconciliación Comunitariamente. Durante la semana sería importante que cada uno realice un examen de conciencia escribiendo los “pecados” en un papel que luego, en la celebración, quemaremos con el fuego del Cirio Pascual.2. El sábado 30 nos congregamos a las 14,45 en el Templo Parroquial y a las 15 comenzamos nuestra Peregrinación hacia la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. Lo haremos con sencillez: los que hayan recibido las catequesis sobre este Acto están invitados, durante la misma, comunicar el significado del mismo a los que están a su alrededor. Evangelizamos sin vergüenza. Caminaremos lo más ordenadamente posible.3. Llegados a la “Puerta Santa” nos detendremos delante de ella “confesando nuestro Credo” y rezando por las Intenciones del Papa Francisco. La cruzaremos para entrar en el Templo, signo visible de la Presencia de Jesús, de la Iglesia de discípulos, para dejarnos abrazar por Él. Agradeceremos su Misericordia con la celebración Eucarística y sellando la Nueva Alianza con la Comunión.4. Recordar que el Lema del Año Santo es: “Misericordiosos como el Padre”
viernes, 29 de julio de 2016
PARA RECORDAR Y COMUNICAR
lunes, 25 de julio de 2016
Mons. Arancedo advirtió sobre el riesgo de la fe a medida
Santa Fe (AICA): ¨Hay
como un mercado religioso creado por el hombre que no resiste la mirada
purificadora del Evangelio. La fe cristiana parte de la iniciativa
de Dios que viene al encuentro del hombre. A esto que nos parece tan simple
siempre debemos volver, para superar toda tentación de manejar a Dios y hacer
de la vida religiosa una suerte de relación a nuestra medida, que la acomodamos
a diversas circunstancias. Dios pasa a ser como un adjetivo más en nuestras
vidas y no la fuente que nos enriquece y que, ciertamente, nos puede
sorprender”, advirtió el arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José
María Arancedo.
El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor
José María Arancedo, recordó que “Dios y la libertad del hombre nos hablan de
un amor único y personal, pero también de la dignidad y el poder del hombre”,
al reflexionar sobre el pasaje evangélico de la visita de Jesús a la casa de
Marta.
“Este aparente límite de Dios no desconoce su
grandeza, sino que expresa el camino de su pedagogía. Dios no ha creado
‘robots’, ha creado hombres libres y responsables. Marta lo recibe, es lo que
el Señor espera. Este aspecto del relato evangélico es esencial, es la primera
actitud de fe que descubre la presencia del Señor y lo recibe”, subrayó en su
alocución semanal.
El prelado afirmó que “a su presencia solo la podemos
conocer con los ojos de la fe. Ella no es para nosotros un salto al vacío ni
algo mágico, sino un apoyarnos en el testimonio de su Palabra que nos llama e
invita a un encuentro vivo con él”.
“Una fe que se desconecta de esta fuente única va
creando sus propios proyectos, elaborando sus creencias y aparentes seguridades
que nos alejan del Dios verdadero, del Padre de Nuestro Señor Jesucristo. Hay como un mercado religioso creado por el
hombre que no resiste la mirada purificadora del Evangelio”, advirtió.
“La fe cristiana parte de la iniciativa de Dios que
viene al encuentro del hombre. A esto que nos parece tan simple siempre debemos
volver, para superar toda tentación de manejar a Dios y hacer de la vida
religiosa una suerte de relación a nuestra medida, que la acomodamos a diversas
circunstancias. Dios pasa a ser como un adjetivo más en nuestras vidas y no la
fuente que nos enriquece y que, ciertamente, nos puede sorprender”,
sostuvo.
Monseñor Arancedo destacó que “su Palabra y la
Eucaristía son lugares primeros donde Él ha querido quedarse para este
encuentro. Aquí aparece la Iglesia como casa y comunidad que él ha instituido
para dejarnos, a modo de testamento vivo, su presencia. Por ello es nuestra
madre. Pero también sabemos, porque Él nos lo ha dicho, que está y viene a
nosotros en nuestros hermanos más necesitados, en quienes ha querido ocultar su
presencia, en los más pobres”.
“¿Cuándo te vimos, Señor?, es la pregunta que orienta
su respuesta en el evangelio: ‘Les aseguro, nos dice, que cada vez que lo
hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo’. Como vemos,
la vida cristiana es respuesta a la iniciativa de Dios. Para encontrarlo,
debemos buscarlo donde él ha querido quedarse y nos espera”, concluyó.+
martes, 19 de julio de 2016
“MISERICORDIOSOS COMO EL PADRE”
El Origen del Jubileo (de
“jubilo”) lo encontramos en el Antiguo Testamento. Se trataba de un año sabático en el cual se
descansaba, se ponían los esclavos en libertad, se dejaban de trabajar las
tierras y se restituían las posesiones que se habían comprado a sus originales
propietarios (Levítico 25,19)
En la Iglesia católica, el Año jubilar o Año santo es un tiempo en que se
conceden gracias espirituales singulares (indulgencias) a los fieles que cumplen determinadas condiciones, a
imitación del año jubilar de los israelitas mencionado en el Antiguo Testamento.
Se tiene la posibilidad de volver al estado original y recomenzar.
En los Jubileos
tiene gran importancia el signo de la Puerta
Santa que está presente en cada Iglesia particular (diócesis). De esta
manera el Jubileo de la Misericordia puede ser una experiencia compartida por
cada persona y así todos tengan la oportunidad de “cruzarla”
La Puerta Santa se convierte
en el signo visible de la comunión universal; para que esta comunión eclesial
sea cada vez más intensa, para que la
Iglesia sea en el mundo el signo vivo del amor y de la misericordia del Padre.
El objetivo de la Puerta Santa
es que la Iglesia, de la que somos parte, sea signo vivo del amor y de
misericordia.
Este misterio de comunión, que hace de la Iglesia signo del
amor del Padre, crece y madura en nuestro corazón cuando el amor, que
reconocemos en la Cruz de Cristo y en cual nos
sumergimos, nos hace amar como nosotros mismos somos amados por Él. Se trata de
un Amor sin fin, que tiene el rostro del perdón y de la misericordia.
Pero el perdón y la misericordia no deben permanecer como bellas palabras,
sino que deben realizarse en la vida cotidiana. Amar y perdonar son el signo concreto y visible que la fe ha transformado nuestros
corazones y nos permite expresar en nosotros la vida misma de Dios.
Amar y perdonar como Dios nos ama y perdona. Este es un programa de vida que no
puede conocer interrupciones o excepciones, sino que nos empuja a andar siempre
más allá sin cansarnos nunca, con la certeza de ser sostenidos por la presencia
paterna de Dios.
Este gran signo de la vida cristiana se
transforma después en tantos otros signos que son característicos del Jubileo.
La Puerta
indica a Jesús mismo que ha dicho: «Yo soy la puerta. El que entra por mí se
salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento»
(Jn 10,9). Atravesar la Puerta Santa es el signo de nuestra confianza
en Jesús que no ha venido para juzgar, sino para salvar (cfr. Jn. 12,47).
La Puerta es Jesús.
Atravesar la
Puerta Santa en nuestro Acto Jubilar tiene que ser signo de una verdadera
conversión de nuestro corazón. Cuando
atravesamos esa Puerta es bueno recordar que debemos tener abierta también la
puerta de nuestro corazón. Estoy delante de la Puerta Santa y pido al Señor que
me ayude a abrir la puerta de mi corazón. No tendría mucha eficacia el Año
Santo si la puerta de nuestro corazón no dejará pasar a Cristo que nos empuja a
ir hacia los otros, para llevarlo a Él y a su amor. Por lo tanto, como la
Puerta Santa permanece abierta, porque es el signo de la acogida que Dios mismo
nos reserva, así también nuestra puerta, aquella del corazón, esté siempre
abierta para no excluir a ninguno. Ni siquiera aquella o aquel que me molestan.
Ninguno.
En definitiva: atravesando la Puerta Santa no solo le
pido a Dios Perdón y Misericordia para conmigo, sino que me comprometo a convertir
mi corazón para ser misericordioso con todos y perdonar “siete veces siete”. Sin este compromiso el gesto queda “vacío”.
Viviendo desde el corazón este gesto, se hace realidad
el lema de este Año Santo: “MISERICORDIOSOS COMO EL PADRE”
PARA PENSAR
En el Capítulo V de la Evangelii Gaudium , el Papa Francisco nos habla de
“Evangelizadores con Espíritu”.
¿Qué quiere decir con esto? Este nombre
significa que para vivir nuestra vida cristiana -que además de un hecho personal
es un hecho social- ¡hay que evangelizar! Esta es una tarea de todos indistintamente
y para cumplirla hay que dejarse llenar por el Espíritu Santo. ¿De qué manera?
Francisco nos indica dos actitudes o acciones: la oración y el trabajo: “Algo tiene “espíritu” cuando hay móviles
interiores que impulsan, motivan y alientan, dan sentido a la acción personal y
comunitaria”.
La oración es la actitud por medio de la cual
el Espíritu toma posesión de nosotros y se convierte en el motor que nos
impulsa. Lo importante es entender de qué oración se trata. Sin despreciar
ninguna, pues cada persona tiene su propio proceso, la oración evangélica se
basa en la Palabra
de Dios con estas tres preguntas como base:
1.
¿Qué dice
el texto?
2.
¿Qué me
dice el texto?
3.
¿Qué le
“respondo” al texto?
Cuando se habla de Texto se habla de la Palabra que todos los días
Dios nos regala. La Palabra
es Jesús que nos va educando y formando como lo hizo con los Apóstoles. Esa
Palabra penetra y termina motivando, dando sentido, impulsando, tal como les
sucedió a los apóstoles después de Pentecostés.
Dice el Papa: “no sirven las propuestas místicas sin un fuerte compromiso social….
Hace falta cultivar un espacio interior que dé sentido cristiano al compromiso
y a la actividad…. La Iglesia
necesita imperiosamente el pulmón de la oración (Espíritu). Y también nos
pide “evitar la tentación de una
espiritualidad oculta e individualista que poco tiene que ver con las
exigencias de la caridad y con la lógica de la Encarnación.” (Nº
262)
¿Cómo llevar a la práctica estas
indicaciones, diría imperiosas, de parte de cada uno de nosotros y a nivel
comunitario? Será, como dice en el Nº 263, solamente si evitamos “la debilidad humana, la búsqueda enfermiza
de sí mismo, el egoísmo cómodo, en definitiva, la concupiscencia que nos asecha
a todos”.
Es importante que todo esto nos ayude a
pensar y a hacer propuestas. Quizás sea el momento de volver a aquellos
encuentros para meditar y rezar con la Palabra de Dios (acciones cristianas que
realizábamos hace un tiempo reunidos en pequeñas comunidades en nuestros
hogares y cuya práctica lamentablemente se fue perdiendo) para evitar así los
errores, manteniendo alto la llama de la perseverancia y fidelidad.
Todo es difícil, lo es hoy como lo fue ayer.
Pero, ayudados por Jesús, no perdamos el ánimo.
viernes, 15 de julio de 2016
RECREANDO LA CULTURA DEL ENCUENTRO (Como nos pide el Evangelio y el Papa Francisco)
En un mundo que tiende a lo individual, el Evangelio nos pide que
cultivemos las relaciones interpersonales y a eso nos queremos abocar como
Parroquia que quiere ser una “Comunidad” o “Familia de Jesús”. Con ese
propósito, la Junta
Parroquial nos propone dos momentos:
1. El sábado 9 de Julio, a las 17:30 hs.,
proyectaremos una película “Si Dios quiere”. Se trata de un bello film con un
mensaje interesante. Se hará en la biblioteca de la Parroquia y se ruega
puntualidad para no molestar la proyección.
2. El domingo 24 a partir de las 13 hs.
festejaremos el Día del Amigo con un almuerzo y baile (con temática década ’60
y cuya concreción depende de lo que los que participen, deseen).
3. El sábado 30, saliendo de la parroquia a las
15 hs., tendrá lugar un importante Gesto de Fe: la procesión con motivo del Año
de la
Misericordia. Desde San Jorge iremos caminando hacia la Parroquia del Sagrado Corazón
para atravesar la Puerta
Santa , ganar las indulgencias, y celebrar la Eucaristía. El día
anterior, viernes 29, y tal como nos pide la tradición del Año Jubilar,
realizaremos en la Parroquia
una Celebración Penitencial para darle sentido al acto del siguiente día; será
a las 20 hs.
miércoles, 13 de julio de 2016
LA PEREGRINACION EN EL AÑO DE LA MISERICORDIA
LA PEREGRINACION
EN EL AÑO DE LA MISERICORDIA
“misericordiosos como el Padre”
La peregrinación es
un signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona
realiza en su existencia. También es un “caminar” juntos para sostenernos,
animarnos, compartir las alegrías y dificultades del camino. La vida es una
peregrinación y el ser humano es viator, un peregrino que recorre
su camino hasta alcanzar la meta anhelada.
También para llegar a la Puerta Santa, donde esté, cada uno deberá
realizar, de acuerdo con las propias fuerzas, una peregrinación. Esto será un signo
del hecho que también la misericordia es
una meta por alcanzar y que requiere compromiso y sacrificio.
La peregrinación, entonces, sea estímulo para la conversión: atravesando la Puerta Santa nos dejaremos
abrazar por la misericordia de Dios y nos
comprometeremos a ser misericordiosos con los demás como el Padre lo es con
nosotros.
El Jesús indica las etapas de la peregrinación mediante la cual es
posible alcanzar esta meta: « No
juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y
seréis perdonados. Dad y se os dará: una medida buena, apretada, remecida,
rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque seréis medidos con
la medida que midáis » (Lc 6,37-38).
Dice, ante todo, no juzgar y
no condenar. Si no se quiere incurrir en el juicio
de Dios, nadie puede convertirse en el juez del propio hermano.
Los hombres ciertamente con sus juicios se detienen en la superficie,
mientras el Padre mira el interior. ¡Cuánto mal hacen las palabras cuando están
motivadas por sentimientos de celos y envidia!
Hablar mal del propio hermano en su ausencia equivale a exponerlo al
descrédito, a comprometer su reputación y a dejarlo a merced del chisme. No juzgar y no condenar significa, en
positivo, saber percibir lo que de bueno hay en cada persona y no permitir que
deba sufrir por nuestro juicio parcial y por nuestra presunción de saberlo
todo. Sin embargo, esto no es todavía suficiente para manifestar la
misericordia. Jesús pide también perdonar y dar.
Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo
recibido de Dios. Ser generosos con todos sabiendo que también Dios dispensa
sobre nosotros su benevolencia con magnanimidad.
Así entonces, misericordiosos como el Padre es el
“lema” del Año Santo. En la misericordia tenemos la prueba de cómo Dios ama. Él
da todo sí mismo, por siempre, gratuitamente y sin pedir nada a cambio. Viene
en nuestra ayuda cuando lo invocamos. Es bello que la oración cotidiana de la
Iglesia inicie con estas palabras: « Dios mío, ven en mi auxilio; Señor, date
prisa en socorrerme » (Sal 70,2).
El auxilio que invocamos es ya el primer paso de la misericordia de Dios
hacia nosotros. Él viene a salvarnos de la condición de debilidad en la que
vivimos. Y su auxilio consiste en permitirnos captar su presencia y cercanía.
Día tras día, tocados por su compasión, también nosotros llegaremos a ser
compasivos con todos.
martes, 12 de julio de 2016
PARA IR TENIENDO EN CUENTA
A
partir del Sábado 13 de agosto y
hasta el Domingo 30 de Octubre
las
Misas o Celebraciones serán en estos horarios:
En la PARROQUIA DOMINGOS a las 10 hs.
SABADOS
a las 17:15 hs.
En la CAPILLA SABADOS A LAS 17 hs.
En el HOSPITAL VIERNES
A LAS 10 hs.
Celebración por los enfermos
lunes, 11 de julio de 2016
¿POR QUÉ BAUTIZAR A LOS NIÑOS? ¿NO SERÍA MEJOR ESPERAR A QUE ELLOS DECIDAN? (2)
Qué implica el
Bautismo
Dios ha diseñado para
cada ser humano una historia de amor, que se va desvelado poco a poco a lo
largo de la vida. En la medida que tengamos un trato cercano con Él, esa
historia se irá desvelando y tomando cuerpo. Y el primer paso para que se esa
cercanía sea eficaz se da en el Bautismo. La fe cristiana considera el Bautismo
como el sacramento fundamental, ya que es condición previa para poder recibir
cualquier otro sacramento. Y éste es “gratuito”, no hacemos méritos para
recibirlo. Nos une a Jesucristo, configurándonos con Él en su triunfo sobre el
pecado y la muerte. Él es el comienzo de un proceso, como una semilla que se
coloca en la tierra, en este caso en el interior del ser humano para que allí
vaya desarrollándose y creciendo. En la antigüedad se administraba por
inmersión. El que se iba a bautizar se sumergía por completo en agua. Así como
Jesucristo murió, fue sepultado y resucitó, el nuevo cristiano se introducía
simbólicamente en un sepulcro de agua, para despojarse del pecado y sus
consecuencias, y renacer a una nueva vida. El bautismo es, en efecto, el
sacramento que nos une a Jesucristo, introduciéndonos en su muerte salvífica en
la Cruz , y por
ello nos libera del poder del pecado original y de todos los pecados
personales, y nos permite resucitar con él a una vida sin fin. Desde el momento
de su recepción, se participa de la vida divina mediante la gracia que ya actúa
y que va ayudando a crecer en madurez espiritual. Por el bautismo nos hacemos miembros del Cuerpo
de Cristo, en hermanos y hermanas de Jesús y entre nosotros, y por ende en hijos de Dios. Somos liberados del pecado
(aunque quedan sus consecuencias), y destinados a una vida en la alegría de los
redimidos. «Mediante el bautismo cada niño es admitido en un círculo de amigos
que nunca le abandonará, ni en la vida ni en la muerte. Ese círculo de amigos,
esta familia de Dios en la que el niño se integra desde ese momento, le
acompaña continuamente, también en los días de dolor, en las noches oscuras de
la vida; le dará consuelo, tranquilidad y luz» (Benedicto XVI, 8 de enero de
2006).
Por qué la Iglesia mantiene la
práctica del bautismo de niños
Esta práctica es de
tiempo inmemorial. Cuando los primeros cristianos recibían la fe, y eran
conscientes del gran don de Dios de que habían sido objeto, no querían privar a
sus hijos de esos beneficios. La
Iglesia sigue manteniendo la práctica del bautismo de
niños por una razón fundamental: antes de que nosotros optemos por Dios, él ya
ha optado por nosotros. Nos ha hecho y nos ha llamado a ser felices. El
bautismo no es una carga, al contrario, es una gracia, un regalo inmerecido que
recibimos de Dios. Los padres cristianos, desde los primeros siglos, aplicaron
el sentido común. Así como la madre no deliberaba largamente sobre si
debía dar el pecho a su hijo recién nacido, sino que lo alimentaba cuando el
niño lo requería, así como lo lavaban cuando estaba manchado, lo vestían y lo
abrigaban para protegerlo de los rigores del frío, así como le hablaban y le
daban cariño, también le proporcionaban la mejor ayuda que cualquiera
criatura humana necesita para desarrollar la vida en plenitud: la limpieza del
alma, la gracia de Dios, una gran familia sobrenatural, y una apertura al
lenguaje de Dios, de modo que cuando vaya despertando su sensibilidad y su
inteligencia contemplen el mundo con la luz de la fe, aquella que permite
conocer la realidad tal y como es.
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El Rincón de la Catequesis
LA MISERICORDIA ES RECONCILIACIÓN EN ESTA ETAPA DE LA VIDA ARGENTINA
Queridas
familias:
Este mes de Julio vivimos el Bicentenario de nuestra
Independencia. Aunque se celebre muy modestamente por la situación que se vive
(no puede haber despilfarro), es un momento importante para reflexionar, para
hacer un examen de conciencia social y para proyectarnos en la búsqueda de
aquellos ideales que hacen al bien de todos los que habitamos esta hermosa nación.
Por lo general, la historia se cuenta desde las
distintas ideologías que los hombres construimos, aunque debemos aceptar que no
existe uniformidad en estas miradas, como así también, que no siempre imperan
en ellas motivos sanos y de interés común. Pero hay una línea común: en aquella
oportunidad no hubo conformismo para aceptar la dependencia de una nación
lejana; se siguió un claro ideal: construir una nación independiente, con sus
propias características, para ser libres de las decisiones que, tomadas en
otras latitudes, beneficiaban a los opresores y explotadores. Del mismo modo, la Independencia y la Libertad fueron también
los ideales del Éxodo que Moisés realizó con el Pueblo hebreo. El 9 de Julio de
1816 marcó la diferencia en nuestra historia local, y en ese Congreso, y con la
presencia de muchos clérigos, se decidió por estos dos mismos ideales que
guiaron al antiguo pueblo. La
Iglesia , por tanto, no se mantuvo al margen en estos dos
hechos históricos, no se lavó las manos; sino que por el contrario se
comprometió y buscó darle a estos ideales un matiz evangélico. Construir la Patria no fue fácil porque
la naturaleza del hombre no es fácil. Pero el ideal estaba marcado y muchos se
encargaron de recordarlo y jugarse por él, también con características
altruistas, buscando y colaborando por la independencia de otros pueblos.
El objetivo fue (y es) el bien de la Patria antes que el de los
hombres particulares, que simplemente “pasan” por la historia. Construir una
nación en ese presente pero pensando en las nuevas generaciones.
Conocemos los vaivenes que luego se sucedieron y que
nos impidieron acelerar esta construcción. Sabemos de la cultura del
individualismo y del “que se salve el que puede”. Conocemos el egoísmo y el
centrarnos en el sólo hoy, sin miras al futuro. Conocemos el corazón humano que
piensa que él tiene la verdad y que es el único que la puede llevar adelante.
Pues bien, todos estos aspectos constituyen las dificultades concretas que nos
impiden construir una nueva realidad. Desde chico escuché esta frase:
“sacrifiquémonos hoy para que nuestros hijos y nietos estén bien mañana”, ya
soy grande y la frase se repite…; bueno, a esperar… Son frases hechas y sin
consistencia, según la historia.
No pensemos tampoco que la preocupación tiene que ser
solo económica (ya conocemos como nos fue). Es preciso pensar: ¿qué ideales
tenemos?; ¿cuáles son las líneas generales para el bien del ser humano en su
totalidad?; ¿con qué principios y valores nos armamos para alcanzarlos? En
estas cuestiones estamos todos bien divididos: no somos capaces de sentarnos a
la mesa y consensuar, proyectar, tener en cuenta a las minorías, etc.
Finalmente, los cristianos ¿tenemos algo que proponer
como lo hicieron en aquella oportunidad? Sí, se nos propone la actitud de
“Misericordia” con todo lo que ello implica. Jesús buscó y busca el bien de
todo ser humano y para ello nos dio su mensaje y realizó gestos claros, como el
lavatorio de los pies. Allí tenemos que confrontarnos para la construcción de
una Patria que todos merecemos.
Que Dios nos bendiga y nosotros lo
escuchemos y actuemos.
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