El pasado mes de febrero falleció Clelia. Muchos de nuestra Comunidad
la recuerdan con cariño y agradecimiento. Sí, agradecimiento por todo lo que
hizo por nuestra Parroquia desde hace más de 40 años. Ella con su esposo Daniel
(Licho) siempre tuvieron un cuidado especial por las estructuras parroquiales.
Cuidaban todo para que estuviera lindo y siempre utilizable. Cuidaban, en el buen
sentido de la palabra, a los sacerdotes que pasaron por ella con una atención
especial. Clelia era una de esas personas que sentían a la parroquia como suya,
como su casa; en ella encontraba también contención y acogida. Siempre estaba
dispuesta a colaborar, ayudar o solucionar problemas. Hasta que los años se le
fueron acumulando y la enfermedad a partir de una caída y subsiguiente
operación aceleraron las cosas. Pasó sus últimos años en un geriátrico de
Escalada y allí falleció.
Mucho le debemos a ella
los que hace años estamos en la Comunidad. En definitiva hacer memoria de esta
mujer y su marido Licho tiene que ser un estimulo para comprender que a las causas
hay que abrazarlas con dedicación y amor como lo hicieron ellos.
Le pedimos a Dios que
a ella y a Licho los bendiga, los recompense y les permita seguir cuidando
desde el cielo a esta Comunidad que ellos tanto amaron y cuidaron.
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