sábado, 28 de julio de 2012

EL RINCON DE LA CATEQUESIS


Hoy la palabra “pecado” ha desaparecido del vocabulario. Según la cultura moderna es una de esas palabras del “oscurantismo”, de la represión, de la dominación y la esclavitud. No queremos oír hablar de pecado. Estamos en otra época. Esto es lo que se nos quiere hacer creer hoy en día. La realidad objetiva nos demuestra que existen el bien y el mal. Por eso, el querer borrar de un plumazo la palabra y la realidad “del pecado” no tiene mucho que ver con nuestra fe. De hecho en el credo decimos “creo en el perdón de los pecados”; En Mt. 1, 21 el Ángel le dice a José: “Tú le pondrás por nombre Jesús, porque el salvará a su pueblo de todos sus pecados”; en la formula de la consagración en la Eucaristía decimos “tomen y beban, esta es la copa de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados” (Mt. 26, 28). “Si decimos: ‘no tenemos pecado’, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos  los pecados y purificarnos de toda injusticia” (1 Juan 1, 8-9). Así podríamos hacer referencia a otros muchos textos del N. Testamento.

Generalmente, en nuestra fe, unimos al pecado la palabra perdón (palabra que está compuesta por per (superlativo) y don, es decir: “don superlativo”).
Pero el Pecado ¿qué es?: nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica nº 1849: “Es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. Ha sido definido como “una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna”
La raíz de todos los pecados está en el corazón del hombre (en su interioridad). En el corazón reside también la caridad, principio de las obras buenas y puras, a las que hiere el pecado.
Frente a estas dos realidades (pecado y caridad) que residen en el corazón de todo hombre está nuestra libertad. Por esto mismo, generalmente no podemos excusarnos echando la culpa siempre a algo externo a nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario