martes, 3 de julio de 2012

EL BAUTISMO


“La renovación de las promesas de nuestro bautismo o de la fe” es, después de la bendición del agua, el segundo momento. ¿Por qué los presentes realizan esta renovación?
Dios trinitario nunca actúa y ni se manifiesta directamente, siempre lo hace por medio de algo (o alguien). En este caso bautismal, lo hace por medio de la Iglesia o de los creyentes en Jesús. En otras palabras, Él comunicará la fe a quien será bautizado por nuestro intermedio y por medio de un signo (bautizar - sumergir en el agua). Si no tengo fe, no puedo transmitir la vida de Dios (fe - esperanza - caridad), inversamente, sólo quien tiene fe, puede transmitirla. Se supone que los papás, el ministro, los padrinos y parientes son cristianos y, por lo tanto, tienen fe, y, de esta manera, el niño es bautizado en y por medio de la fe de la Iglesia significada en los presentes; aunque, por supuesto, quien actúa, la fuente de todo, es siempre y solamente Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo).

Renovar la fe como adultos es expresarla y esforzarse por vivirla. No es simplemente responder “¡sí!”, ya que Dios nos toma en cuenta, para Él somos importantes y nos necesita como colaboradores para que el nuevo bautizado pueda vivir como su hijo y pueda ser protagonista en la construcción de un mundo distinto.
La Iglesia, comunidad creyente, se convierte en una “madre”, Ella no es ni el origen ni la dueña de la vida divina, sino que es instrumento para que el autor de la vida, Dios, siga creando nuevas vidas. Por eso es importante que así como amamos a nuestras “mamás” humanas, amemos a nuestra “madre Iglesia” que nos ha generado a la vida divina.
La fe que renovamos al bautizar a nuestros chicos es la “Fe Apostólica” (no es cualquier fe, ni siquiera “mi fe”); tiene su fuente en los Apóstoles y lo que ellos nos transmitieron y en lo que la Iglesia mantiene inalteradamente desde Pentecostés. Es la columna vertebral de la vida cristiana y que está llamada a ser “católica” (universal). Es la fe que domingo tras domingo vamos renovando con el “credo”. Por eso es oportuno repasarlo lentamente para ir comprendiendo lo esencial de la fe cristiana: un credo que se va desarrollando desde lo más importante, la Trinidad con la actuación de cada una de las personas, hasta la obra de Jesús, la Iglesia, y lo que ella está llamada a construir. Renovar la fe es renovar el compromiso de hacer el camino indicado por Jesús y esto implica renunciar a otros que son los que se le oponen. Por eso las renuncias. Esta renovación nos prepara inmediatamente para el gesto bautismal. 

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