sábado, 28 de julio de 2012

¡JESUCRISTO ES EL UNICO QUE DA SENTIDO A LA VIDA!


Queridas familias:
            No nos cabe ninguna duda que nos encontramos en un mundo y en situaciones que nos dejan desconcertados, incluida nuestra querida Iglesia (nuestra familia) en su estructura y como comunidad de discípulos de Jesús. Pero en todas las épocas hubo dificultades y las personas se preguntaban sobre el sentido de la vida en situaciones difíciles. Quizás a nosotros, en este momento de grande confusión, nos cabría también hacernos la misma pregunta, pues si queremos ser felices no nos queda otra cosa que darle sentido a la vida así como es.
Nosotros que somos miembros de la Iglesia lo proclamamos bien claro, aunque muchas veces nos cuesta asumirlo en la vida concreta: JESUCRISTO ES EL SENTIDO DE LA VIDA; Él va más allá de todo lo meramente humano, más aún diviniza lo humano. Sin esta perspectiva trascendente nos moveremos siempre entre angustias y desesperanzas. Jesús quiere que nosotros nos encontremos con él y que hagamos una experiencia de su presencia. Tenemos un pasado que lo podemos evaluar, tenemos un presente que debemos construir, y en el medio, hoy, la posibilidad de encontrarnos con Cristo para que nos proyecte en una tarea que lleve a mejorar lo que somos y tenemos.

Pero, ¿dónde lo encontramos a Jesús? En esto no hay dudas; la experiencia de la Iglesia basada en el Evangelio es para nosotros como una luz que en medio de tantas ofertas nos da seguridad, como el faro para el navegante.
1)  En su Palabra, con la lectura sobre todo y desde el corazón del Evangelio.
2) En la Eucaristía, su Cuerpo y su Sangre verdadero. “El que come mi cuerpo y bebe mi Sangre tiene la vida eterna”  y  en los Sacramentos. ¡Cuánto nos cuesta poner a la Eucaristía como centro de la vida!
3) En las personas, especialmente los pobres, los nuevos pobres que son los que están solos, desesperanzados, los materialistas, etc. Jesús nos dice “Vengan benditos de mi Padre a heredar el Reino eterno porque tuve hambre y me dieron de comer, sed y me dieron de beber, desnudo y me vistieron..... ¿Cuándo Señor hicimos eso? Cuando lo hicieron al más pequeño de mis hermanos a mi me lo hicieron”. (Mt. 25,34)
Por eso toda evangelización,  el esfuerzo de cada cristiano y de cada comunidad, tendría que ser poder llegar a ser instrumentos para que las personas con las que nos relacionamos puedan tener un encuentro con Jesucristo vivo. De allí, como nos decía el Papa, surgirá la conversión, la comunión y la solidaridad.
Todo tiempo que Dios nos ofrece es tiempo de gracia y lo tenemos que vivir con un impulso nuevo para los que hemos aceptado a Jesús como el único Salvador.

p. Darío

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