sábado, 28 de julio de 2012

Bautismo (8)


El Bautismo: llegamos al tercer momento. Con este gesto se da un “re-nacimiento” se comienza a tomar conciencia del papel de Dios Padre, de que comenzamos a ser hijos suyos de una manera muy especial (como Jesús) y que la familia se agranda siendo efectivamente hermanos de los demás (la Iglesia). En este momento es importante considerar “palabras y gesto”. Palabras: “N…..yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” Dios es Padre (el creador), es Hijo (el salvador) es Espíritu Santo (el santificador). Se sumerge al niño en la misma vida de Dios: se es re-creado, se es salvado, se es santificado. Y todo esto se expresa con el gesto de derramar agua sobre la cabeza del niño.

            ¿Hizo el niño algún mérito para obtener este don de la vida de Dios? ¡No! Esto quiere decir que estar en Dios (por el bautismo) es un don “gratuito” que se nos da y del que cada uno tendrá luego que hacerse cargo: en primer lugar los papás, acompañados por los padrinos, que tendrán que educar en la fe, luego la Iglesia o Comunidad, como “madre”, y finalmente cada bautizado, ya con conocimiento que tendrá que responsabilizarse del don recibido y acrecentarlo creciendo como buen Hijo de Dios.
            Como ya se dijo en otra oportunidad, con el rito bautismal comienza un “camino”, el que llevará al niño bautizado a ser cristiano adulto, cuando ya conscientemente decida asumir esta nueva vida confirmándola con el don del Espíritu Santo en la “Confirmación”; luego se acerque a Jesús participando completamente a la Eucaristía comulgando con Él, y así poder vivir “con Cristo, por Cristo y en Cristo” el proyecto que Jesús nos transmitió con sus palabras y sus gestos y que se resumen en el lavado de los pies que nos transmite el evangelista Juan (Jn. 13,4-15)

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