jueves, 4 de agosto de 2011

ALGUNOS SIGNOS DE LA MISA - EL SILENCIO

En la Celebración de la Misa hay 5 momentos de silencio. También el silencio es una realidad importante ya que el mismo tiene en cuenta la interioridad, lo más profundo e importante. Esos momentos de silencio son:
1. Al comienzo de la celebración.
2. En el momento del acto penitencial.
3. Antes de rezar la oración llamada “Colecta”
4. Luego de escuchar la Palabra de Dios y su aplicación.
5. Después de la comunión, antes de la oración final.
Cada uno de ellos tiene su propia finalidad. Veamos.


1. Hacemos silencio al comienzo de la celebración: tiene como finalidad “entrar en el desierto” pues allí nos encontraremos con Dios. Es un dejar por un momento de prestar toda la atención a nuestras preocupaciones ordinarias, correr el eje de la atención para no ponerlo en las cosas o situaciones humanas, sino en Dios que se nos va a ofrecer, que compartirá la vida con nosotros para enriquecernos en vista de todas nuestras vivencias posteriores. Nos disponemos a ese encuentro de una manera inmediata ya que la remota la  hacemos desde que nos levantamos. Sería loable que ese silencio se perciba dentro del templo respetando a quienes se quieren preparar interiormente.
2. Hacemos silencio en el momento del acto penitencial: quien preside nos invita a reconocernos pecadores y a pedir perdón poniendo sobre todo la atención en el Padre misericordioso. En silencio entramos dentro de nosotros para repasar nuestra vida a la luz de la Palabra escuchada la semana anterior y discernir si nos hemos esforzado por aplicarla o nos dio lo mismo el no hacerlo. En silencio entramos en el “sagrario” de nuestra conciencia, iluminados por la Palabra, para poner al descubierto la verdad o el error. De esa manera, también dentro de nuestra conciencia, poder pedirle al Padre que nos cubra con su manto de misericordia y nos purifique.
3. Después del “Gloria” quien preside dice “oremos” y hace un momento de silencio. ¿Para qué? Para que todos nos dispongamos a rezar con el corazón la oración común de toda la Iglesia. Es una oración que nos “une” con la Iglesia universal. Este silencio nos dispone a dejar de lado “lo nuestro” para abrirnos a todos.
4. Hacemos silencio después de escuchar la Palabra de Dios y su aplicación en la Comunidad y la vida de cada uno. Este momento nos permite fijar la palabra o la frase que tanto en la proclamación de la Palabra de Dios (lectura o Evangelio), o en la explicación – aplicación, nos puede haber sacudido, o simplemente impactado más, teniendo en cuenta el mensaje que Jesús nos estuvo transmitiendo. Fijar para rumiar; fijar y rumiar para que nos sirva de motivación a lo largo de la semana, como propósito, como oración, jaculatoria, etc. Esa palabra si la fijamos, rumiamos y nos acompaña, se hará carne en nosotros (se encarnará).
5. Hacemos silencio después de la comunión. A la comunión nos acercamos porque queremos compartir con Jesús la propia vida según la Palabra escuchada; pero también compartirla con los hermanos en la fe y para dar testimonio (evangelizar). Entonces el silencio después de la comunión es para agradecerle a Dios el regalo de Jesús y su Palabra, agradecerle el amor que nos tiene aunque muchas veces no lo merecemos. También es un buen momento para fijar un propósito para la semana (sobre el cual no podríamos revisar en el próximo momento penitencial).
            ¿Son importantes los momentos de silencio en la celebración? Parece que sí. Está a cada uno poder vivirlos para el propio provecho y para el de los demás.

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