viernes, 5 de agosto de 2011

LA ECONOMIA PARROQUIAL

La Comunidad parroquial es una familia, un poco más grande de la que estamos acostumbrados a conocer y como toda familia tiene responsabilidades a las cuales tiene que prestar atención: la educación espiritual; la administración de los dones de Dios o Sacramentos, la estructura que sirve para todos estos cometidos, etc. Ni más ni menos que la atención que se le presta a la realidad familiar. Por eso en la Comunidad hay personas que ocupan algunos lugares según sus aptitudes y su servicio.

El C.E.P. (Consejo Económico Parroquial) se ocupa precisamente de velar por la economía común, por el mantenimiento y mejora de la estructura, por la recaudación del dinero para todo ello. No es una tarea fácil pues choca con la mentalidad de muchos de que la parroquia vive del Estado, que el Vaticano paga los sueldos, que la luz, el gas, el teléfono y los arreglos son gratis y quien sabe que otras cosas más. La verdad es que cada comunidad tiene que “arreglárselas” sola con la generosa y responsable disponibilidad de los que la integran y de los que de alguna manera se sienten ligados a ella. Es decir que la preocupación debe ser de todos; acotando que también nuestra parroquia, como todas las demás, contribuye en parte al mantenimiento de las estructuras diocesanas Si queremos mirar desde el Evangelio nos tendríamos que dar cuenta cómo los primeros cristianos encararon el tema de los bienes (sin pretender ser como ellos al pie de la letra), cuando ponían todo lo que poseían a disposición de los apóstoles para que los administrasen para el bien común (Hechos 4,32-35). Ya antes del Evangelio, en el A. Testamento existía el “diezmo” (el 10% de todo) que se destinaba al Templo y a las necesidades de los pobres (Deut. 14,22; Deut.14, 28; Lev.27, 32). Esto existe aún en algunas comunidades no católicas, pero sí cristianas. Ahora en el Pueblo de Dios, todo esto se expresó con un precepto (son 5): “contribuir al mantenimiento del culto”. Todos los cristianos católicos tenemos esta obligación en la medida de nuestras posibilidades.
            Dejando de lado las colectas de las Misas Festivas que tienen de por sí un significado especial pues expresan nuestra participación al sacrificio de Cristo en ella, y dejando en claro además que una vez por mes una de ellas está destinada a los alimentos para los necesitados y otra a alguna de las obras nacionales o diocesanas (Caritas, Más por Menos, Migrantes, etc.) en nuestra Comunidad se dan 2 formas para contribuir al mantenimiento del culto.
1.                 El diezmo que nosotros hemos determinado sea Unesmo (1% de las entradas económicas de cada familia). Es la forma más justa y también bíblica. A ella pueden adherir los que normalmente participan de la vida de la Comunidad, los que se acercan para la Catequesis familiar. El primer domingo de cada mes (en los demás domingos se pueden retirar o pedir) se entrega un sobre dónde depositar la ofrenda y luego se la coloca en la caja destinada a tal fin cuando venimos a las Celebraciones.
2.                 La Colaboración familiar mensual. La cuota la ponen los que adhieren a ella y cobradoras de la parroquia pasan mensualmente a recoger esta colaboración, dejándoles el boletín parroquial.
Por eso la invitación es que vayamos haciéndonos la conciencia de esta realidad. Que no pensemos erróneamente que la Parroquia no necesita ser mantenida y mejorada o que somos “tan pobrecitos” que tenemos que depender siempre de la ayuda del exterior la cual es también fruto de la atención y esfuerzos de cristianos de buena voluntad. A los “vivos” ciertamente no los vamos a juzgar nosotros; otro se encargará. Mientras tanto nosotros disfrutamos del esfuerzo hecho por otros que en su momento pasaron por nuestra Comunidad.
Los tiempos que corren no son los mejores: los ladrones andan sueltos y los honestos enjaulados para defenderse; la inflación que sabemos no es la que presenta el INDEC. Seamos generosos y veremos que Dios no se deja ganar en generosidad.
No bajemos los brazos y hagamos de nuestra familia parroquial un lugar, un ambiente donde nos podamos formar como hombres de bien. Seamos solidarios y amantes del bien común en nuestra Parroquia.
Para adherir a esta modalidad lo pueden hacer después de las Misas dominicales o en la secretaría parroquial.

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