Si hay algo que caracteriza a la Iglesia Católica
es la unidad de los cristianos en torno a la figura del sucesor de Pedro, el
Papa. Él la garantiza y la confirma a todos en la fe católica transmitida por
los Apóstoles.
El Papa no es “el que manda más”, sino el
que sirve a sus hermanos manteniendo la verdadera fe. Es un “servidor” y bien
sabemos que servir no es nada fácil, por el contrario, es agobiante. Por eso,
el Papa Francisco, desde el primer momento de su elección, pide incesantemente
que recemos por él, por su servicio y para que toda la Iglesia se vaya
purificando con misericordia, para que se re-convierta en la familia de Jesús; para
que las estructuras no sean de poder, para que se actualicen, para que expresen
el ser “un solo corazón y una sola alma”.
El día miércoles 29, a las 20 horas, rezaremos
entonces por Francisco, pidiéndole a Jesús en la Eucaristía que lo
fortalezca y lo ilumine en esta ardua tarea de “re-construir” su Iglesia.
Pediremos también que no nos conformemos
en aplaudirlo o criticarlo, o en sólo “oírlo”, sino en “escucharlo”
acompañándolo desde nuestro lugar en su misión.
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