viernes, 10 de junio de 2016

LA EUCARISTÍA EN NUESTRA VIDA DE CRISTIANOS



     Hemos celebrado la Fiesta del “Corpus Christi” o “Cuerpo de Cristo” que está presente en “el Pan consagrado”: ¿Por qué realizamos esta fiesta a lo largo de los siglos?, ¿acaso no se puede vivir cristianamente sin la Eucaristía?, ¿no es suficiente con “ser buenos y abierto a los demás”?
     Esta Fiesta ha querido y quiere recordarnos el sentido que Jesús quiso darle a aquella “Última Cena” con sus discípulos. En aquella instancia les expresó que quería quedarse para siempre con ellos, para acompañarlos (como “Pan del Peregrino”) y para “alimentarlos” del significado que Él daba a su vida, propósito que expresó en el lavado de los pies a sus amigos. La Eucaristía sin este último gesto es algo vacío. Para Jesús era tan importante este hecho que, al finalizar, les dijo a aquellos que lo rodeaban: “Haced esto en memoria mía”, queriendo decir: “repítanlo para acordarse siempre y no olvidar lo que les quise transmitir”. Así lo entendieron los primeros cristianos, con tantas dificultades, y, el primer día de la semana (el domingo), como recuerdo de la resurrección y por lo tanto del “nuevo comienzo”, se reunían para hacer esta “memoria” (este “hacer presente”). Tal es el origen de nuestra Mayor celebración, la Eucaristía.
    
¿Es necesaria? Puesto que tendemos fácilmente al olvido, y somos débiles en la vivencia de los criterios de Jesús, necesitamos volver a recordarlo para alimentar esa actitud fundamental de Cristo. Pero para esto es necesario “creer”, es decir, aceptar con el corazón y vivir el compromiso con el don de la fe que gratuitamente hemos recibido.
     Vivir la Eucaristía es una respuesta al reconocer una fe recibida, que se funda en la vida y mensaje de Jesús. Nadie se condena por no “celebrarla”, pero sí podemos mejorar en nuestra vida celebrándola conscientemente y reconociendo también nosotros nuestra debilidad.
   Jesús la realizó en una comunidad y esto también es significativo ya que nos “marca la cancha”: como familia podemos superar las dificultades; solos es más difícil. Este aspecto no es menor ya que podemos caer en un individualismo estéril.






     Es bueno recordar que LA EUCARISTÍA ES SIGNO-REALIDAD DE LA GRAN MISERICORDIA DE JESÚS QUE ACOMPAÑA NUESTRA VIDA”

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