¿POR QUÉ BAUTIZAR A LOS NIÑOS?
¿NO SERÍA MEJOR ESPERAR A QUE ELLOS DECIDAN? (1)
El Jubileo de la Misericordia tiene su
comienzo con el don de la
Misericordia que se comunica en el Bautismo cuando Dios Padre
decide “recrearnos” y “renovarnos”:
Hoy día hay padres
que prefieren esperar a que sus hijos crezcan para que, cuando tengan
suficiente capacidad de tomar decisiones propias, puedan decidir libremente si
se bautizan o no. La razón parece lógica: las decisiones que tienen
consecuencias importantes han de ser libremente tomadas, y pocas cosas hay más
importantes en la vida que incorporarse o no a la Iglesia , que ser cristiano
o no.
En cambio, muchos
padres católicos bautizan a sus hijos a los pocos días de nacer, y no piensan
que estén coartando la libertad de sus hijos, ni condicionando injustamente su
futuro. Parecen personas razonables. ¿Lo son realmente?
Un hecho sociológico
Hay muchas decisiones
que toman los padres sin esperar a consultar con sus hijos, en cuestiones que
les van a afectar de un modo decisivo en su vida. Se ocupan de proporcionarles
alimento, vestido, calor y afecto antes de que tengan uso de razón, sin que lo
hayan pedido libremente, pero esto es imprescindible para sacarlos adelante con
vida. Pero también hacen cosas, además de cubrir las necesidades básicas de
subsistencia, que incidirán decisivamente en planteamientos vitales de fondo.
Pensemos, por ejemplo, en el hecho de hablarles en un idioma concreto. La
adquisición del idioma materno responde a una decisión de los padres que va a
configurar el modo de expresarse de los hijos, sus más profundas raíces
culturales e incluso unas perspectivas muy concretas en su acercamiento a la
realidad. Ningunos padres razonables tomarían la decisión de no hablar nada a
su hijo hasta que creciera, escuchase varios idiomas y decidiera por sí mismo
cuál querría aprender. El idioma es un elemento cultural muy importante en el
desarrollo de la vida humana y retrasar su adquisición hasta la mayoría de edad
supondría un gravísimo daño al desarrollo intelectual del nuevo ser humano.
Pero, ¿la decisión de
bautizar y comenzar a formar en la fe tiene algún parecido con la de hablar a
los niños en el propio idioma? Una persona que no tenga fe y no sepa lo que
supone la existencia de Dios, su bondad, su modo de actuar en el mundo y en las
personas, y que desconozca la realidad más profunda del bautismo pensará que no
tiene nada que ver, que el idioma es imprescindible y la fe no lo es. Pero eso
no quiere decir que su valoración sea razonable, sino que se debe a sus
carencias culturales, o incluso a sus prejuicios, que le impiden razonar
contando con todos los datos reales. Por eso, para hacerse cargo racionalmente
de todos los factores implicados en esta cuestión resulta imprescindible
saber primero lo que supone recibir el Bautismo, y después valorar la
situación.
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