Una distinción importante que hay que hacer en el
Nuevo Testamento es entre el Reino de Dios y la Iglesia.
Reino de Dios es el mensaje original de Jesús. Significa una
revolución absoluta donde se redefinen las relaciones de los seres humanos con
Dios (hijos e hijas), con los otros (todos hermanos y hermanas), con la
sociedad (centralidad de los pobres, como nos lo recuerda Papa Francisco), y
con el universo (la gestación de un nuevo cielo y una nueva tierra).
Jesús no comenzó
anunciándose a sí mismo o a la Iglesia. Comenzó anunciando el Reino de Dios.
Este Reino comienza cuando las personas adhieren a este anuncio esperanzador y
asumen la ética del Reino que podemos resumir en: el amor incondicional, la
misericordia, la fraternidad sin fronteras, la aceptación humilde de Dios
vivido como Padre de infinita bondad.
Podemos decir que Jesús
nunca fundó una Iglesia. Sí podemos decir que Jesús es el “fundamento” de la Iglesia que se va haciendo
histórica en las distintas épocas.
Si el Reino es de Dios
es un Reino eterno que comienza ya y no tendrá fin. Un Reino que se comprende
desde la fe en Jesucristo, y de su aceptación. No hay otro camino. Todos están
invitados a ser parte de él simplemente porque así Dios los dispuso en su
infinito Amor. Ser parte del Reino o no depende de nuestra decisión libre, no
de nuestros pecados, para esto Dios es “infinita misericordia”.
Ese Reino hoy lo vivimos
en la Iglesia ,
“comunidad creyente”, que como se ha dicho es la construcción histórica que
lleva adelante la utopía de Jesús y en la cual se hace presente realmente el
Cristo “donde hay dos o más reunidos en
mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.
Para el cristiano,
gracias al bautismo, el Reino se da en la Iglesia histórica que está llamado a perfeccionar
y a acrecentar, continuando la misión de Jesús para que todos crean.
¿Qué
implicancias tiene todo esto en nuestra vida cristiana?
a.
El objetivo es el Reino que se realiza para
nosotros por medio de la
Iglesia.
b.
Que la Iglesia es Madre y compañera y por eso va
“amada”.
c.
Que la Iglesia es histórica y por lo tanto también
pecadora, además de santa porque su fundamento es Cristo.
d.
Que la Iglesia tiene a Cristo como defensor y salvador (“las puertas del infierno no prevalecerán
contra ella”).
e.
Que ella es el lugar histórico donde vivo como
discípulo y misionero.
f.
Que es escuela donde, compartiendo, aprendo a
vivir como cristiano.
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