Queridas
familias:
Siempre me llamó la atención, en este cambio
de época y de cultura, la poca incidencia que tiene la fe cristiana en la vida
de las personas y cómo este fenómeno va “in crescendo”. En este año que pasó,
con la elección del Papa Francisco, se habló mucho del regreso de numerosos
fieles a la Iglesia …
¿Será cierto esto o se habla así para tapar la realidad opuesta? Además, la Iglesia ¿tiene sentido y
vigencia hoy o más bien admiramos a una
persona (el Papa) que parecería no pertenecer a ella?
Quisiera compartir una percepción de una
realidad que se dio desde las primeras comunidades cristianas, siguiendo el
Evangelio de Mateo 11,16-19 (evangelio para el crecimiento de la Comunidad Cristiana ):
Jesús reprocha a sus compatriotas la indiferencia
frente a su mensaje: si bien lo admiran por sus milagros, el mensaje -que es
“vida nueva” para un mundo envejecido y sin rumbo- es ignorado. El sueño de
Jesús, el del Reinado de Dios, no es recibido; por el contrario, nada logra que
el ser humano salga de la rutina y la apatía. Por supuesto, a Jesús lo veían
“en carne y hueso”, no como nosotros que lo hacemos presente por la fe. Y si
ellos de una manera humana lo ignoraban ¡cuánto más lo hacemos nosotros con una
fe débil y a veces distorsionada!
El Papa nos escribió una exhortación, la
“Evangelii Gaudium” para indicar una “hoja de ruta” para la primavera de la Iglesia (más abajo va un
pequeño resumen). Pero la primavera se dará siempre y cuando haya una “nueva
savia” dentro de ella y ésta es una fe re-novada. Una fe como ejemplarmente nos
presentan los evangelios: la de María, José, los pastores, es decir, aquellos que
“creyeron”, con las características que tiene su fe.
El racionalismo y el materialismo ahogan la fe
que no logra incidir en la vida concreta. Nadie puede decir que su fe es
madura; sí podemos decir “tengo que crecer y pedir que se me aumente (en
calidad) la fe”, como lo hicieron los apóstoles. Solo entonces se comenzará a
dar la primavera…. y se pasará de la admiración del Papa Francisco a buscar
caminar según su hoja de ruta.
Que Dios nos bendiga y nos de su savia
permanentemente para que nosotros, ramas del árbol Iglesia, podamos cobijar a
todos.
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