lunes, 17 de junio de 2013

El rincón de la catequesis

Este mes nuestra comunidad celebrará las Confirmaciones de algunos de nuestros niños. Para esta ocasión nos visitará nuestro obispo Mons. Rubén Frassia.
Este acontecimiento constituye una muy buena oportunidad para reflexionar sobre la figura del obispo y su relación con el sacramento de la confirmación.
La Iglesia Católica es “Apostólica”, es decir, se halla edificada sobre la fe de los Apóstoles, los cuales nos dejaron sus “sucesores” para mantener siempre viva la experiencia que ellos habían tenido. Estos sucesores son los obispos, que están llamados a prolongar en el hoy aquella fe apostólica (precisamente, la palabra obispo significa “supervisor”). Dentro de la Iglesia y de una manera privilegiada por medio de su “consagración”, los obispos están llamados a hacer presente en el hoy al “resucitado” como Pastor (íntimamente unidos a ellos en esta misión están los presbíteros, que acompañan y guían a las comunidades).

En otra oportunidad hemos hablado de “la Iglesia y las Iglesias”, pues bien, los obispos son los responsables de cada una de la Iglesias y todos ellos juntos, teniendo como cabeza al obispo de Roma, son responsables de lo que llamamos “la Iglesia universal”. Específicamente, estos pastores de Jesucristo desarrollan su misión en la llamada “Iglesia particular”. En nuestro caso, la diócesis Avellaneda – Lanús, a su vez formada por tantas comunidades cuantas parroquias y capillas hay en ella. En cada una de estas realidades concretas está presente toda la Iglesia particular y la Iglesia universal ya que el centro es Jesús, siempre presente donde hay dos o más reunidos en su nombre. Al mismo tiempo, los párrocos hacen presente la figura del obispo (apóstol) ya que por él son enviados a las comunidades.
La misión del obispo es triple: enseñar o evangelizar siendo testigo calificado de la resurrección; santificar a los cristianos administrando los canales por los que llega la “vida de Dios” (los Sacramentos) y gobernar con exhortaciones, con consejos y ejemplo, edificando con espíritu de servicio.
Es así entonces que la presencia del obispo -o de quien por él actúa de manera autorizada- en la administración del Sacramento de la Confirmación, existe para “confirmar”, en nombre de Jesús, la fe cristiana que los catecúmenos han recibido al comienzo de su historia de creyente: el bautismo; como así también aparece para que los catecúmenos “respondan” a este don con responsabilidad y compromiso; y, finalmente, para indicar el objetivo de este Sacramento que es el de enviarnos a evangelizar. De esta manera se consolida la vida cristiana y se le indica que ya no vive para sí, sino para Cristo continuando su misión evangelizadora. De alguna manera el obispo hace partícipe de su misión a los cristianos, expresando la comunión con él y por él con Cristo resucitado que nos envía.


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