Este mes nuestra
comunidad celebrará las Confirmaciones de algunos de nuestros niños. Para esta
ocasión nos visitará nuestro obispo Mons. Rubén Frassia.
Este
acontecimiento constituye una muy buena oportunidad para reflexionar sobre la
figura del obispo y su relación con el sacramento de la confirmación.
En otra
oportunidad hemos hablado de “la
Iglesia y las Iglesias”, pues bien, los obispos son los
responsables de cada una de la
Iglesias y todos ellos juntos, teniendo como cabeza al obispo
de Roma, son responsables de lo que llamamos “la Iglesia universal”.
Específicamente, estos pastores de Jesucristo desarrollan su misión en la
llamada “Iglesia particular”. En nuestro caso, la diócesis Avellaneda – Lanús, a su vez formada por tantas comunidades cuantas
parroquias y capillas hay en ella. En cada una de estas realidades concretas
está presente toda la Iglesia
particular y la Iglesia
universal ya que el centro es Jesús, siempre presente donde hay dos o más
reunidos en su nombre. Al mismo tiempo, los párrocos hacen presente la figura
del obispo (apóstol) ya que por él son enviados a las comunidades.
La misión del
obispo es triple: enseñar o
evangelizar siendo testigo calificado de la resurrección; santificar a los cristianos administrando los canales por los que
llega la “vida de Dios” (los Sacramentos) y gobernar con exhortaciones, con consejos y ejemplo, edificando con
espíritu de servicio.
Es así
entonces que la presencia del obispo -o de quien por él actúa de manera
autorizada- en la administración del Sacramento de la Confirmación , existe para “confirmar”, en nombre de Jesús, la
fe cristiana que los catecúmenos han recibido al comienzo de su historia de
creyente: el bautismo; como así también aparece para que los catecúmenos “respondan” a este don con responsabilidad y
compromiso; y, finalmente, para
indicar el objetivo de este Sacramento que es el de enviarnos a evangelizar.
De esta manera se consolida la vida cristiana y se le indica que ya no vive
para sí, sino para Cristo continuando su misión evangelizadora. De alguna
manera el obispo hace partícipe de su misión a los cristianos, expresando la
comunión con él y por él con Cristo resucitado que nos envía.
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