miércoles, 1 de mayo de 2013

EL ESPIRITU SANTO ES LA SAVIA QUE REALIZA LA NUEVA PRIMAVERA DE LA IGLESIA


Queridas familias:
Es el mes del Espíritu Santo, el mes de la Esperanza, el de la Alegría: ¡celebramos el día de Pentecostés! A partir de Pentecostés ya nunca más estaremos solos pues Jesús con su Espíritu cumple su promesa: “no los dejaré solos… yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo”. Está en nosotros descubrirlo, aceptarlo, responderle y vivirlo.
Estamos viviendo, sin duda, una “primavera” de la Iglesia: con nuestro Papa hay mucha emoción, efervescencia. El temor -pues la tentación siempre está presente- es que todo este entusiasmo se apague y que el árbol nos impida ver el bosque, esto es, que la “Papamanía” llegue a su fin.
Para que esto no suceda, tenemos que ser familia, ayudarnos los unos a los otros, dar importancia a lo que realmente es relevante, porque la salvación y la vida para siempre ya están en nosotros: Cristo nos las consiguió con la Pascua. Se trata de una realidad que no es fantasiosa, sino que cambia la vida lentamente, que se vive en la ESPERANZA.

En las palabras del Papa Francisco “¡que nadie nos robe la esperanza!” se encuentra la meta de nuestra existencia personal y comunitaria. Ahora bien, la Esperanza se vive en la ALEGRÍA, la cual nace de la seguridad de que nunca estaremos solos. Al contario de lo que sostiene el dicho “un santo triste es un triste santo” quien tiene seguridad existencial y profunda no puede permitirse estar triste. La alegría tiene que ser la característica cristiana frente a todos y no viene de las distintas situaciones contingentes, sino que es depositada en nuestro corazón por el Espíritu Santo, el de Jesús.
Todo esto parecería demasiado poco natural y es así justamente ¡porque es sobrenatural!, porque es el regalo de Jesús.
Para recordarnos todo esto el día 19 celebraremos la Fiesta de nuestra Capilla dedicada al Espíritu Santo. Es un hito fundamental en nuestro caminar como “comunidad” en esta primavera de la Iglesia. Es otro regalo de Jesús en nuestro momento histórico.
Ciertamente, es el Espíritu el gran protagonista pero El quiere compartir con nosotros ese rol principal. ¡Aprovechémoslo!

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