CONOCER
LOS CONTENIDOS DE LA FE
- Descubrir los contenidos de la fe en cada
celebración
de la
Comunidad despertando una actitud participativa para ello
Las
celebraciones son un celebrar la fe: están llenas de las verdades de fe.
Es
importante conocer el don de la fe. Al decir “tengo fe (cristiana) porque creo
en Dios y con eso es suficiente” se duda de que sea fe cristiana: es una fe en
un ser superior y no pasa de ello, no afecta, no modifica la vida y no le
permite a la fe llegar al objetivo o fin que ella tiene al sernos donada.
La más común de las celebraciones a la que
participan los cristianos es la
Eucaristía , que es el sacramento más importante pues allí se
condensan las verdades de fe más significativas. Pero, como suele suceder, la
rutina y el costumbrismo terminan por no permitir ver, ni valorar, ni asumir,
todo lo que ella encierra. Y si Jesús quiso que hagamos esto en memoria suya hasta que vuelva fue precisamente para
no olvidar, para no opacar, sino por el contrario para fortalecer, animar y
centrar nuestra mirada en el amor que nos tiene al dar su vida por nosotros,
para el perdón de los pecados.
Los
contenidos o verdades de la fe que se expresan en la celebración Eucarística no
están solo para que los conozcamos. Son dones que se nos ofrecen para que los
aceptemos (o rechacemos) y, por lo tanto, para jugarnos en el vivirlos. Esta
sería la respuesta al don. De hecho la
fe implica a Dios que nos regala el don y a nosotros que respondemos
vivencialmente a él.
- Descubrir y adquirir una mirada de fe en lo que
buscamos vivir en comunidad y en familia
Podemos
vivir nuestra realidad con una mirada simplemente humana y entonces le encontramos
fallas por todos lados, avanzamos sin entusiasmo, abandonamos el camino, o
vivimos amargados (como decía el Papa Francisco en una homilía: “algunos
cristianos tienen cara de pepinos en vinagre”).
Pero
también podemos ponerle a nuestra realidad una mirada desde la fe, es decir,
teniendo la seguridad de que no estamos solos aunque rememos contra la
corriente. Tenemos entonces la solvencia que nos da el camino indicado por
Jesús como único objetivo cierto que nos plenifica, y poseemos esta certeza
porque El está en nosotros por medio de su Espíritu con sus dones.
Por
cierto que lo que buscamos vivir es dinámico, necesita siempre profundización,
confrontación y elección. ¡No está todo armado, hay que ir haciéndolo! (“se
hace camino al andar…”).
Tampoco
este camino es “individual” puesto que somos seres sociales. Es el camino de
una comunidad que debe confrontarse permanentemente, es el camino familiar
(pequeña Iglesia doméstica) donde se viven las relaciones interpersonales
primarias (escuela de verdadera formación humana y cristiana).
La
fe cristiana tiene que impregnar estas realidades, si no, está “muerta”.
Nadie
duda de que este camino exige esfuerzo, dedicación, conversión, y solo se podrá
realizar si hay voluntad y suficiente fe en llevarlo a cabo.
Este
“Año de la Fe ”
tiene este objetivo. Apuntemos hacia él.
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