Desde hace muchos años nos
resulta difícil comprender y aceptar lo que la Iglesia busca realizar en la
catequesis. En el boletín de mayo hicimos presente esta situación que tanto
cuesta asumir: la Catequesis no tiene como objetivo que nuestros chicos “tomen
la Comunión” (no se busca clientela), sino que
lleguen a ser cristianos. Así, lo que comenzó con el Bautismo se hará
realidad con la “participación plena (comunión) en la eucaristía (Misa). Ser cristianos
participando de la Eucaristía quiere decir “hacer familia”, “hacer común-unión” tanto
con Jesús como con los demás creyentes que son parte de la nueva familia de
Jesús.
Pero si nunca participan ¿cómo podrán comprender los chicos el valor de
la eucaristía? ¡Y qué decir de aquellos padres que dicen que no hay que obligar
a los chicos a ir a Misa! La Eucaristía es parte de la catequesis pues allí
celebramos lo que vamos descubriendo como presencia de Jesús resucitado que
camina con la “familia cristiana”. Según algunos padres, los chicos se preparan
para la comunión (cosa equivocada al tomar el sacramento sólo como rito), sin
embargo, debe entenderse que la comunión es solo el apéndice de la eucaristía,
no es lo más importante. Precisamente porque participo de la eucaristía puedo, con la comunión sacramental,
pedirle a Jesús que me ayude a ser cristiano fiel, que me ayude a compartir la
vida con mis hermanos en la fe, que me dé fuerzas para hacer algo por los
demás. Si nos quedamos con el “recibir la comunión” solamente, estamos vaciando
de contenido el gesto sacramental y eso no es de cristianos. Ciertamente,
ningún chico ni padre están obligados a venir a la Celebración eucarística,
como nadie está obligado a participar de la catequesis; pero si decido asumir
este compromiso sacramental, tengo que comprender que lo otro es parte de la
misma.
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