El 16 de
noviembre se cumple el 13º aniversario de la ordenación diaconal de José
Oggioni. Esto nos da la oportunidad de reflexionar sobre uno de los aspectos
fundamentales del funcionamiento de la Iglesia. “La diaconía” tiene su fundamento en el
Nuevo Testamento, cuando los apóstoles eligieron a siete hombres “dignos” para
el servicio (Hechos 6, 1-7)
¿Qué quiere
decir la palabra “diácono”? , quiere decir “servidor”; está al servicio de la Iglesia particular (la
diócesis) y de una comunidad específica.
¿Cuál es el
origen del diaconado? Ya lo vimos en los Hechos de los Apóstoles: organizar a
la comunidad, servirla (estar involucrado en ella para hacerla crecer).
Conocemos que de
entre los 7 sacramentos hay uno llamado “Orden Sagrado”. Según la teología
católica este sacramento tiene la función, ayudado por la gracia particular que
comunica al que lo recibe, de conducir (pastorear, guiar, acompañar) a la Iglesia en su camino
terrenal. Quien recibe este sacramento es parte de lo que se llama “la jerarquía”
cuyo único mandato y objetivo es la de servir a la Iglesia – Comunidad haciendo
presente a Cristo Jesús para bien de todos los que creen en Él y lo toman como
eje de su vida.
Esta jerarquía
de la Iglesia ,
en el sacramento del orden, está dividida en tres funciones: Episcopal (los obispos que serían los
sucesores de los apóstoles en cuanto pastores y responsables de sus comunidades
(las diócesis o Iglesias particulares); los Presbíteros (que llamamos sacerdotes, curas, etc.) que son los que
colaboran directamente con los obispos participando de su misma misión pero en las comunidades que llamamos
parroquias (por lo tanto son pastores, guías, administradores o dispensadores
de los sacramentos y maestros de la fe). Y finalmente los Diáconos “que reciben el
sacramento del Orden para el servicio”.
Ellos dependen directamente del obispo, quien
les designa el lugar y el tiempo de servicio a desarrollar, por lo general en
las parroquias. El diacono, ministro de la Iglesia , puede (y generalmente lo es) ser casado;
tiene su familia y su trabajo pero, precisamente por la “ordenación” está
llamado al servicio dentro de la
Iglesia ; su vida gira entorno a la vida interna de la misma y
de su misión pastoral.
Si bien todos
los cristianos están para “ser y hacer la Iglesia ”, de una manera muy especial lo están los
diáconos por la gracia particular que les concede Dios en la ordenación. Ellos tienen, como lo
demuestran los Hechos de los apóstoles, la misión, por vocación, de colaborar
en la construcción de la vida interna de la Comunidad dónde están y
de ser puente entre la
Comunidad y la sociedad del territorio parroquial,
proponiendo y trabajando para que el Mensaje de Jesús llegué a todos (Hechos 8,
26-40).
La presencia
diaconal en una comunidad, además de ser una “gracia” que Dios ofrece a los
cristianos (nunca es una gracia solo personal – ligada a la persona), tendría
que ser estímulo para comprender que en la Iglesia todos somos “servidores”, como todos,
absolutamente todos somos “sacerdotes” por el bautismo (¡otro lindo tema para
aclarar!).
Vale entonces el
dicho (que se le atribuye a muchos personajes famosos para darle importancia): “el que no vive para servir no sirve para vivir”
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