El domingo 27 de noviembre comienza un nuevo
“año litúrgico”. Y esto qué tiene que ver si nosotros nos manejamos con el año
civil o solar.
Para los cristianos, además del año civil, es
importante guiarnos en nuestra vida por el año litúrgico. ¿Por qué esto? Para
que siempre tengamos presente lo que Dios está haciendo por nosotros y que El
está siempre renovando la “Alianza Nueva y Eterna”, es decir “La Salvación ” con todo lo
que ello implica.
Como se dijo anteriormente, la palabra
“Liturgia” significa “lo que hace el hombre”. Pero en nuestro caso es más bien “la
acción de Dios por medio del hacer del hombre”. Y en el año litúrgico vemos, si
lo repasamos, toda su intervención en
nuestro favor.
Repasemos: el
centro del Ano Litúrgico es la Pascua con la nueva y
eterna alianza realizada por Cristo a través de su muerte y de su resurrección.
Ésta se prepara con la
Cuaresma y se plenifica con el tiempo Pascual que culmina con
Pentecostés.
Pero también en
el Año Litúrgico se nos recuerda que para que se realice la Pascua tuvo que haber un
nacimiento y entonces tenemos la
Navidad que va
preparada por el Tiempo de Adviento (espera) y que culmina con el tiempo de
Navidad o Fiesta de Epifanía.
Entre este
tiempo y la Cuaresma
y después de Pentecostés está el llamado Tiempo
Ordinario, nuestro tiempo, el tiempo de la vida terrena (este tiempo
culmina con la Fiesta
de Cristo Rey del Universo) en el cual se va manifestando la vivencia pascual y
la acción de Dios, especialmente en la celebración dominical de la Eucaristía (pascua
semanal).
Todos estos
tiempos están mechado por las Fiestas de Jesucristo, de la Virgen María , de los Santos.
Por un lado para manifestarnos la presencia del Salvador y de su Madre,
“bendita entre todas las mujeres” y también para recordarnos que “ser santos
como Dios es santo” es posible si nos dejamos conducir por el Espíritu Santo. El
Tiempo ordinario es el tiempo de nuestro crecimiento como personas, humana y
espiritualmente, según el proyecto de Dios.
Esto es en breve “el Año Litúrgico”. El
cristiano, formado por la madre Iglesia, se coloca por lo tanto en esta
corriente y se deja conducir por la acción de Dios que nunca abandona….
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