jueves, 2 de diciembre de 2010

NAVIDAD 2010

         Confusión es la característica de la cultura de hoy; se lo llama “sincretismo” porque está todo mezclado. Ya no se sabe cual es el  sentido y para qué celebramos la Navidad. Por lo general es una excusa para el encuentro de las familias pero dónde el homenajeado, Cristo Jesús, es el gran ausente. Y así con el pasar de los años, la cultura de la superficialidad (de las sensaciones, de lo simplemente humano) excluye a lo espiritual, a los valores de lo trascendente de manera que también para los cristianos lo primordial es la fiesta familiar, la organización y preparación de la misma, los regalos del intercambio y la Celebración tanto de la Nochebuena como del Día de la Navidad tiene poco valor e importancia por lo que tranquilamente y sin ningún complejo se los destierra.

         ¿Sería esta la actitud de fe del que se dice creyente? Ciertamente la familia y el encuentro familiar son importantes pero nunca sin complementarlo antes que nada con el encuentro de la comunidad (la familia de Dios) y sobre todo con el homenajeado, con Jesús.

Celebrar la Navidad es un momento importante y significativo de nuestro caminar en el proyecto de Dios. Es un tomar conciencia, cada vez más clara, de la presencia de Dios que nos acompaña, que se compromete con cada uno en el camino lleno de esperanza que realizaremos concretamente en el año que comienza.
Navidad es hacer presente en el hoy a Cristo que quiere vivir en la Iglesia, su familia para animarla, sostenerla y ayudarla en su misión.

         Es por eso que el cristiano “creyente” (porque los hay “no creyentes”) tiene que marcar la diferencia y dar “calidad” a la Navidad, recuperando así lo que la cultura de la muerte, del sin sentido, de la simple diversión, nos quiere imponer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario