jueves, 2 de diciembre de 2010

LA IGLESIA: CUERPO DE CRISTO

         Dice San Pablo escribiéndole a los Corintios: “Ustedes son el Cuerpo de Cristo” (1Cor.12, 27). ¡Qué está diciendo! Sí, eso mismo. La Comunidad creyente (la Iglesia) contiene, como en un vaso de barro, al mismo Cristo resucitado. Sería ingenuo no tener conciencia de esto. También sería ingenuo no considerarnos vasijas de barro y pretender ser imagen esplendorosa de Cristo. Este es el gran “misterio” de la Iglesia querido por el mismo Jesús. Es por eso que, más que mirar, a todo lo humano y exterior de la Iglesia, lo barroso y pobre, tendríamos que mirar el interior, el tesoro que hay allí y que da vida al mundo. Esto sería “tener ojos sacramentales”, de fe, que siempre son necesarios para aceptarnos y aceptar esta presencia singular, única de Cristo que decidió estar con nosotros hasta el final de los tiempos.
Por eso la Navidad tiene mucho que ver con la “encarnación” de Cristo resucitado en nuestras estructuras humanas, como es la Iglesia,, en nuestras vidas concretas, con el solo fin de renovarlas, perfeccionarlas aunque siempre seremos, comparándonos con El, simples vasijas de barro…

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