jueves, 30 de diciembre de 2010

“¡GRACIAS, SEÑOR, POR EL NUEVO AÑO!”

Queridas familias:

Comenzamos un Nuevo Año. ¿Quién no pone tantas esperanzas?; ¿quien no desea que sea un año de crecimiento, de tranquilidad? Será un año marcado por la campaña política para elegir nuevo presidente, renovar parte del Parlamento, etc. Detrás, en el año vivido, quedaron muchas personas, acontecimientos que marcaron nuestras vidas. Sabemos cuales fueron. Lo importante es: ¿en qué nos ayudan para enfrentarnos a la nueva realidad?; ¿con qué espíritu lo haremos?
Acontecimientos y personas pueden quedar en el recuerdo y no decirnos nada o pueden estar en el recuerdo y decirnos muchas cosas.
Los acontecimientos nos pueden ayudar a no cometer los mismos errores, pueden ayudar que una determinada dificultad nos impida ver el todo. Pues es esto que nos impide avanzar: tenemos una mirada demasiado corta y perdemos de vista el horizonte. Estamos tan preocupados por resolver los pequeños problemas que terminamos enroscados en un callejón sin salida.
Para nosotros, Comunidad, nos tocaron momentos difíciles por la perdida de personas muy queridas. ¡No podemos olvidar esta realidad de nuestra finitud! “Nadie sabe ni el día ni la hora…” ¿Qué quiere decir esto? Antes que nada debe brotar de nuestro corazón un agradecimiento por el día a día; por la posibilidad de vida, por poder seguir compartiendo; construyendo. Dios nos está regalando este nuevo año para que no lo desperdiciemos. En segundo lugar, para nosotros cristianos, es una invitación, un llamado de Dios, a no esperar que llegue el fin sino a aprovechar bien cada día, tomar en serio el don de la vida, el don de la fe, el don de la Iglesia. Aprovechar bien los dones que Dios nos da porque nosotros, cristianos, tenemos que tener los mismos sentimientos de Jesús: amar profundamente a los hombres, amar seriamente este mundo, nuestra casa. Solo amando tendremos una mirada diferente, llena de esperanzas y ganas de seguir construyendo el proyecto de Jesús.
            En tercer lugar: “Gracias a la constancia salvarán sus vidas” dice el Evangelio. Constancia es perseverancia aún me medio de las dificultades. Es “fidelidad” (así como Dios es fiel) a Jesús y su Palabra; fidelidad a la Iglesia que es el Cuerpo de Cristo y se expresa en la Comunidad concreta donde uno participa. Esta fidelidad cristiana se juega participando, aportando y no dando la espalda, buscando solo consolaciones, esperando de los demás. Cierto que la “fidelidad” no es un criterio de la sociedad de hoy; sí es característica de Dios y que se le pide a los cristianos.
            Siempre encontraremos dificultades, personas “contreras”, negatividad (interna y externa) Pero la fe podrá dar una luz especial para no dejarnos abatir y permitir “que el árbol nos impida ver el bosque”.
            ¡Así que comenzar con ánimo y con optimismo este regalo de un Nuevo Año!
            Que Dios los bendiga….


                                                                  p. Darío
 

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