viernes, 2 de septiembre de 2011

“LA PALABRA DE DIOS ES RICA Y EFICAZ”


Queridas familias:
   La Palabra  de Dios es rica y eficaz” (Hebreos 4,12). Este es el mes de la Biblia. Así lo proponemos vivir: tomando conciencia, por medio de una intensa preocupación, de la importancia que tiene para nuestra vida cristiana.
La Palabra de Dios es el fundamento de esa vida, nos lo recuerda Mateo al presentar las Bienaventuranzas (Mt. 7): “El que escucha mis Palabras y las practica es el hombre sabio que construye la casa sobre roca….” Una Palabra que Juan el evangelista identifica con la persona de Jesús (Jn.1,1-18).
Si hay que hacer una constatación es que en los últimos 50 años se ha dado dentro de la Iglesia una importancia grande a la Biblia, aunque a nivel personal siempre cuesta un poco ser fieles a su profundización. Pero hay que insistir e ir creando conciencia de su valor único.

También hay que decir que no es fácil entrar en ella, sobre todo cuando se hace de una manera individual. Es común escuchar: “no la entiendo”, o sino al pretender domarla a la letra, nos resulta algo imposible aplicar. Por eso es importante leerla “con la Iglesia”. También hay que tener en cuenta que la comprensión del Mensaje que nos transmite la Palabra es dinámico y nunca estático. Por eso que ella “es rica”, no se agota ni en la comprensión personal y tampoco eclesial; ¡es infinitamente rica! Por eso siempre hay que bucear en ella para comprender, en el hoy, lo que nos quiere decir. Veremos que siempre es algo nuevo y actual.
La otra característica de la Palabra es que “es eficaz”, produce lo que anuncia. ¿Qué produce? “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”, y lo hizo para ofrecernos lo que llamamos la Salvación: la reconciliación y la comunión.
   Todo lo que la Iglesia transmite como doctrina, toda la catequesis, las enseñanzas tienen como fundamento el mensaje de la Biblia.
   La importancia de la Palabra de Dios (la Buena Noticia)  la podemos comprender a partir de la misión que Jesús le encomienda a sus discípulos: los mandó a “evangelizar”, a llevar el Evangelio a todas partes. Los sacramentos serán la respuesta y la ayuda que el mismo Jesús nos deja para poder “vivir” el evangelio.
   Por cierto que no es fácil ponernos frente a ella y tratar de comprenderla, necesitamos muletas internas y externas. Las internas podrían ser: la docilidad, la apertura, la disponibilidad, el tiempo, la atención y preocupación. Las externas: la enseñanza de la Iglesia, buenos comentarios,  investigaciones, etc.
   Cuando comenzamos a descubrir la vitalidad de la Palabra de Dios, veremos como nos puede entusiasmar, dar seguridad, esperanza y comunicar Vida, la de Dios, que quiere habitar en nosotros.
   Con la bendición de Dios para todos.
  
                                                                                                   p. Darío

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