jueves, 25 de mayo de 2017

EL ESPIRITU SANTO ¿PARA QUÉ?



“Para que seamos “Discípulos y misioneros de Jesucristo
para  que nuestros pueblos en Él tengan vida” (Jn. 14,6)

HE AQUÍ EL DESAFIO REAL Y ESENCIAL  (Aparecida, 386)

La Iglesia tiene, como misión propia y específica, comunicar la vida de Jesucristo a todas las personas, anunciando la Palabra, administrando los Sacramentos y practicando la caridad. Es oportuno recordar que el amor se muestra en las obras más que en las palabras, y esto vale también para nuestras palabras en esta V Conferencia: “No todo el que diga: Señor, Señor…” (cf. Mt 7,21). Los discípulos misioneros de Jesucristo tenemos la tarea prioritaria de dar testimonio del amor a Dios y al prójimo con obras concretas. Decía san Alberto Hurtado: “En nuestras obras, nuestro pueblo sabe que comprendemos su dolor”.

Todos los demás desafíos tienen en éste el plafón sobre el que apoyarse y crecer. La misión de los cristianos (discípulos misioneros) es comunicar, anunciar, transmitir la vida de Jesucristo. Un anuncio o misión que se realiza con el testimonio de la vida personal y comunitaria y teniendo presente estos tres momentos inseparables:
1.      anuncio de la Palabra (en todas sus formas y métodos) por medio de la comunicación de los valores que encontramos en el Evangelio.
2.      administrando los sacramentos. Estos son los signos privilegiados que van jalonando y enriqueciendo la vida cristiana desde el comienzo hasta el fin. Especialmente el Sacramento de la Eucaristía (no confundir con solo la comunión sacramental) que es el “memorial de la muerte y resurrección de Cristo”  y que implica antes que nada la “comunión eclesial” de los creyentes.
3.      practicando la caridad. Apertura, disponibilidad, amor fraterno, perdón, atención a los necesitados, etc.


Estos tres momentos son como un trípode. Una mesa no se mantiene parada con dos patas, necesita por lo menos tres. Así la vida cristiana, no se construye con una o dos patas (no importa el orden), sino que necesita de los tres momentos.

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