EXAMEN DE CONCIENCIA
PARA LA CELEBRACION PENITENCIAL
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“Comunicar
la fe”. Esta es la prioridad de la Iglesia en estos tiempos difíciles y de gran
confusión ideológica y religiosa.
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Esto
requiere claridad también en nosotros. Una conciencia limpia y una fuerza
interior que solo Dios es capaz de dar. Pero para ello es necesario priorizar
lo que Dios quiere y no lo que quieren los que están a nuestro alrededor. “Ustedes están en el mundo pero no son del
mundo”
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Examinémonos
sobre los tres grandes dones que nos regaló Dios en el día de nuestro bautismo
para confrontarnos con ellos. Esto nos ayudará a renovar, en Navidad, nuestra
opción fundamental, madre de las otras decisiones. También nos darán las pautas
del proyecto de Dios. Y al revisar nuestras vidas con seriedad, responsabilidad
y con deseos de arrepentimiento, le permitirán a Dios regalarnos el don de la
misericordia y del perdón. Así, como una Nueva Pentecostés podremos también “comunicar
la fe” a nuestros hermanos
Estos son:
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LA FE: que tiene por
objeto al Dios trascendente, al único y verdadero, al que nos creó. Él está
para ser el centro de nuestra vida y ser como el motor que da sentido a la
existencia y a todos los actos humanos.
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¿Conocemos
y nos preocupamos por conocer los contenidos de nuestra fe y los aceptamos sin
reparos ni restricciones mentales o intelectuales?
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¿Nos
preocupamos por descubrir las presencias de Dios en nuestro mundo actual, en
nuestra familia, en nuestras vidas y en nuestra Comunidad?
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¿Alimentamos
la fe por medio de la “lectura” del Evangelio para que, como lluvia, empape
nuestra vida interior?
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¿Tenemos
esos “ojos sacramentales” para verlo a Dios Hijo presente en los signos que Él ha querido para ser canales de su
Vida?
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¿Aceptamos
desde el corazón y la fe a los ministros de Dios que nos transmiten su proyecto
o preferimos cortarnos solos pues los vemos sólo humanamente y con más defectos
que nosotros?
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El
Dios trascendente se hizo hombre y vive en medio de nosotros. ¿Qué importancia
le damos en nuestra vida a la Eucaristía? ¿Tiene ésta la característica de ser
“familiar”? ¿Cómo nos preparamos para celebrar nuestra fe en Comunidad? ¿No
existe en nosotros la “confusión” de pensar que todo da igual, cuando por ejemplo
comulgamos después de haber dejado de participar, como nos enseña la Iglesia, a
la misa dominical? ¿Y qué decir cuándo nos manejamos con la “comodidad” o
“intereses” más que por buscar construir “la familia de Dios”. ¿No la hemos
hecho tan rutinaria que tenemos muchas veces la tentación de desertar, como ya
lo han hecho muchos? ¿Somos perseverantes porque reconocemos su importancia?
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¿Nos
preocupamos por “comunicar la fe” en nuestros hogares, a nuestros hijos, a
nuestro alrededor?
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¿Cómo
nos hemos preparado para celebrar este Santa Navidad?
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LA ESPERANZA: Apunta hacia
el fruto de la Salvación: a la Comunión plena con Dios trinitario y con todos
los hombres en la Plenitud del Reino de Dios. Ese apuntar es un “ya” ir
construyéndolo.
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¿Tenemos
la mirada puesta en lo alto para tener claro hacia dónde vamos? ¿Cuál o cuáles
son nuestros “ideales”?
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¿Nuestras
acciones diarias son esos pequeños ladrillos con los cuales construimos el
Reino?
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¿A
pesar de las dificultades y ver que aparentemente nada mejora, somos
constantes, perseverantes, motivados por la seguridad en la fidelidad de Dios?
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¿Nos
manejamos más por “sensaciones”, “simpatías”, “euforias”, “impulsos”, que por
paciencia, constancia, responsabilidad, compromiso para ser constructores del
Reino en nuestra Comunidad y barrio?
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¿Este
don de la esperanza lo cultivamos de manera tal que nos fortalezca frente a las
adversidades?
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¿Educamos,
comunicando el sentido de la esperanza cristiana en nuestras familias, para no
quedarnos sólo en lo inmediato, pasajero y sólo humano?
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LA CARIDAD: Es el “Amor de Dios”. Este don nos invita a buscar y vivir la comunión
con El para poderla vivir de “una manera especial y distinta” con los hombres,
nuestros hermanos. La caridad busca hacer realidad la oración de Jesús: “que
todos sean uno, como Tu y Yo, Padre, somos uno”. Es hacer concreta la fe y la
esperanza en cada momento y situación de nuestra vida. “De la abundancia del
corazón habla la lengua”
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¿Alimentamos
el amor al otro en el amor a Dios, dejándonos amar por El, perdonar por El, en
una relación personal y diaria?
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¿Buscamos
con nuestras actitudes ser canales de unidad y no de separación?
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¿Hay
búsqueda de sinceridad y no de doblez en nuestros comportamientos?
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¿Es
nuestra la actitud de ver siempre la pajita en el ojo ajeno y estar tan ciegos
para no ver la viga en el nuestro?
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¿Sabemos
comprender los defectos, las caídas, los puntos de vista, los criterios, sin
pretender ponernos en jueces sino en compañeros de viaje?
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¿Estamos
dispuestos a acompañar las iniciativas para el bien común o más bien, si no
caen dentro de mi orbita mental, me abro, las critico y no participo?
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¿Doy
mis aportes para que toda actividad comunitaria, en todos los ámbitos, se
realice de la mejor manera?
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¿Comprendemos
la importancia del compartir, aunque vaya en contra de mis intereses
momentáneos y personales, de una manera especial la Eucaristía dominical y los
actos que como Comunidad realizamos, porque así estamos expresando el amor
mutuo?
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¿Sabemos
“educar” en familia a vivir esta virtud del amor, puesta por Dios en el corazón
de todos por medio del Bautismo?
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¿Comprendemos
que la Caridad es el don por excelencia que Dios nos dio para la construcción
de nuestra Comunidad, como la Iglesia aquí y ahora?
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¿Educamos
a nuestro alrededor a tomar conciencia del “sentido de pertenencia” no solo
afectiva o anagráfica sino efectiva a la Iglesia expresada en la Comunidad?
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PODEMOS TAMBIEN
CONFRONTARNOS CON LOS MANDAMIENTOS
1.
Amarás a Dios sobre todas las cosas.
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2.
No tomarás el Nombre de Dios en vano.
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3.
Santificarás las fiestas.
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4.
Honrarás a tu padre y a tu madre.
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5.
No matarás.
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6.
No cometerás que degraden la dignidad
humana.
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7.
No robarás.
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8.
No dirás falso testimonio ni mentirás.
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9.
No consentirás pensamientos ni deseos
impuros.
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10.
No codiciarás los bienes ajenos.
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Los Mandamientos los
podemos comprender en su positividad y plenitud a la luz de las
Bienaventuranzas evangélicas. Las encontramos en los Capítulos 5 – 6 – 7 del
Evangelio de Mateo.
Otra confrontación:
PROPUESTAS REALIZADAS
EL PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO
¿Cómo nos prepararemos? Algunas propuestas además de las
distintas celebraciones y actos del mes de diciembre:
Caminando juntos: hagamos que nuestras
Celebraciones no sean solamente para reunirnos, sino para unirnos. Por eso
cuidar la puntualidad, la vestimenta, la participación, el saludo, la
fraternidad
Edificando: es participar con conciencia. Cada
momento de la celebración eucarística es una invitación a construir. El acto
penitencial es reconciliarnos entre nosotros con misericordia; escuchando la
Palabra la rumiamos pues ella “es útil
para enseñar y argüir, para corregir y
para educar en la justicia, a fin que el hombre de Dios sea perfecto y esté
preparado para hacer siempre el bien” (2 Tim. 16). Edificamos la Comunidad
cuando tenemos los mismos principios y somos piedras vivas y ungidas.
Confesando: proclamando en nuestras familias,
con nuestras amistades, a tiempo y a destiempo, oportuna e inoportunamente, qué
es la Navidad Cristiana. No dejándonos apabullar por la cultura que nos invade
sino más bien evangelizándola. Y como nos dice Pablo en la lectura: despertemos, abandonemos, vistámonos,
procedamos: “basta de excesos en la comida y la bebida….., no más peleas ni
envidias (ni en la comunidad ni fuera de ella). Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo, y no
se preocupen por satisfacer los deseos de la carne”
Los invito a que caminemos juntos
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