lunes, 19 de diciembre de 2016

EXAMEN DE CONCIENCIA


EXAMEN DE CONCIENCIA
PARA LA CELEBRACION PENITENCIAL
·        “Comunicar la fe”. Esta es la prioridad de la Iglesia en estos tiempos difíciles y de gran confusión ideológica y religiosa.
·        Esto requiere claridad también en nosotros. Una conciencia limpia y una fuerza interior que solo Dios es capaz de dar. Pero para ello es necesario priorizar lo que Dios quiere y no lo que quieren los que están a nuestro alrededor. “Ustedes están en el mundo pero no son del mundo”
·        Examinémonos sobre los tres grandes dones que nos regaló Dios en el día de nuestro bautismo para confrontarnos con ellos. Esto nos ayudará a renovar, en Navidad, nuestra opción fundamental, madre de las otras decisiones. También nos darán las pautas del proyecto de Dios. Y al revisar nuestras vidas con seriedad, responsabilidad y con deseos de arrepentimiento, le permitirán a Dios regalarnos el don de la misericordia y del perdón. Así, como una Nueva Pentecostés podremos también “comunicar la fe” a nuestros hermanos
Estos son:

·        LA FE: que tiene por objeto al Dios trascendente, al único y verdadero, al que nos creó. Él está para ser el centro de nuestra vida y ser como el motor que da sentido a la existencia y a todos los actos humanos.
·        ¿Conocemos y nos preocupamos por conocer los contenidos de nuestra fe y los aceptamos sin reparos ni restricciones mentales o intelectuales?
·        ¿Nos preocupamos por descubrir las presencias de Dios en nuestro mundo actual, en nuestra familia, en nuestras vidas y en nuestra Comunidad?
·        ¿Alimentamos la fe por medio de la “lectura” del Evangelio para que, como lluvia, empape nuestra vida interior?
·        ¿Tenemos esos “ojos sacramentales” para verlo a Dios Hijo presente en los signos  que Él ha querido para ser canales de su Vida?
·        ¿Aceptamos desde el corazón y la fe a los ministros de Dios que nos transmiten su proyecto o preferimos cortarnos solos pues los vemos sólo humanamente y con más defectos que nosotros?
·        El Dios trascendente se hizo hombre y vive en medio de nosotros. ¿Qué importancia le damos en nuestra vida a la Eucaristía? ¿Tiene ésta la característica de ser “familiar”? ¿Cómo nos preparamos para celebrar nuestra fe en Comunidad? ¿No existe en nosotros la “confusión” de pensar que todo da igual, cuando por ejemplo comulgamos después de haber dejado de participar, como nos enseña la Iglesia, a la misa dominical? ¿Y qué decir cuándo nos manejamos con la “comodidad” o “intereses” más que por buscar construir “la familia de Dios”. ¿No la hemos hecho tan rutinaria que tenemos muchas veces la tentación de desertar, como ya lo han hecho muchos? ¿Somos perseverantes porque reconocemos su importancia?
·        ¿Nos preocupamos por “comunicar la fe” en nuestros hogares, a nuestros hijos, a nuestro alrededor?
·        ¿Cómo nos hemos preparado para celebrar este Santa Navidad?

·        LA ESPERANZA: Apunta hacia el fruto de la Salvación: a la Comunión plena con Dios trinitario y con todos los hombres en la Plenitud del Reino de Dios. Ese apuntar es un “ya” ir construyéndolo.
·        ¿Tenemos la mirada puesta en lo alto para tener claro hacia dónde vamos? ¿Cuál o cuáles son nuestros “ideales”?
·        ¿Nuestras acciones diarias son esos pequeños ladrillos con los cuales construimos el Reino?
·        ¿A pesar de las dificultades y ver que aparentemente nada mejora, somos constantes, perseverantes, motivados por la seguridad en la fidelidad de Dios?
·        ¿Nos manejamos más por “sensaciones”, “simpatías”, “euforias”, “impulsos”, que por paciencia, constancia, responsabilidad, compromiso para ser constructores del Reino en nuestra Comunidad y barrio?
·        ¿Este don de la esperanza lo cultivamos de manera tal que nos fortalezca frente a las adversidades?
·        ¿Educamos, comunicando el sentido de la esperanza cristiana en nuestras familias, para no quedarnos sólo en lo inmediato, pasajero y sólo humano?

·        LA CARIDAD: Es el “Amor de Dios”. Este  don nos invita a buscar y vivir la comunión con El para poderla vivir de “una manera especial y distinta” con los hombres, nuestros hermanos. La caridad busca hacer realidad la oración de Jesús: “que todos sean uno, como Tu y Yo, Padre, somos uno”. Es hacer concreta la fe y la esperanza en cada momento y situación de nuestra vida. “De la abundancia del corazón habla la lengua”
·        ¿Alimentamos el amor al otro en el amor a Dios, dejándonos amar por El, perdonar por El, en una relación personal y diaria?
·        ¿Buscamos con nuestras actitudes ser canales de unidad y no de separación?
·        ¿Hay búsqueda de sinceridad y no de doblez en nuestros comportamientos?
·        ¿Es nuestra la actitud de ver siempre la pajita en el ojo ajeno y estar tan ciegos para no ver la viga en el nuestro?
·        ¿Sabemos comprender los defectos, las caídas, los puntos de vista, los criterios, sin pretender ponernos en jueces sino en compañeros de viaje?
·        ¿Estamos dispuestos a acompañar las iniciativas para el bien común o más bien, si no caen dentro de mi orbita mental, me abro, las critico y no participo?
·        ¿Doy mis aportes para que toda actividad comunitaria, en todos los ámbitos, se realice de la mejor manera?
·        ¿Comprendemos la importancia del compartir, aunque vaya en contra de mis intereses momentáneos y personales, de una manera especial la Eucaristía dominical y los actos que como Comunidad realizamos, porque así estamos expresando el amor mutuo?
·        ¿Sabemos “educar” en familia a vivir esta virtud del amor, puesta por Dios en el corazón de todos por medio del Bautismo?
·        ¿Comprendemos que la Caridad es el don por excelencia que Dios nos dio para la construcción de nuestra Comunidad, como la Iglesia aquí y ahora?
·        ¿Educamos a nuestro alrededor a tomar conciencia del “sentido de pertenencia” no solo afectiva o anagráfica sino efectiva a la Iglesia expresada en la Comunidad?


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PODEMOS TAMBIEN CONFRONTARNOS CON LOS MANDAMIENTOS
1.               Amarás a Dios sobre todas las cosas.
2.               No tomarás el Nombre de Dios en vano.
3.               Santificarás las fiestas.
4.               Honrarás a tu padre y a tu madre.
5.               No matarás.
6.               No cometerás que degraden la dignidad humana.
7.               No robarás.
8.               No dirás falso testimonio ni mentirás.
9.               No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10.         No codiciarás los bienes ajenos.

Los Mandamientos los podemos comprender en su positividad y plenitud a la luz de las Bienaventuranzas evangélicas. Las encontramos en los Capítulos 5 – 6 – 7 del Evangelio de Mateo.
Otra confrontación:
PROPUESTAS REALIZADAS EL PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO
¿Cómo nos prepararemos? Algunas propuestas además de las distintas celebraciones y actos del mes de diciembre:
Caminando juntos: hagamos que nuestras Celebraciones no sean solamente para reunirnos, sino para unirnos. Por eso cuidar la puntualidad, la vestimenta, la participación, el saludo, la fraternidad
Edificando: es participar con conciencia. Cada momento de la celebración eucarística es una invitación a construir. El acto penitencial es reconciliarnos entre nosotros con misericordia; escuchando la Palabra la rumiamos pues ella “es útil para  enseñar y argüir, para corregir y para educar en la justicia, a fin que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien” (2 Tim. 16). Edificamos la Comunidad cuando tenemos los mismos principios y somos piedras vivas y ungidas.
Confesando: proclamando en nuestras familias, con nuestras amistades, a tiempo y a destiempo, oportuna e inoportunamente, qué es la Navidad Cristiana. No dejándonos apabullar por la cultura que nos invade sino más bien evangelizándola. Y como nos dice Pablo en la lectura: despertemos, abandonemos, vistámonos, procedamos: “basta de excesos en la comida y la bebida….., no más peleas ni envidias (ni en la comunidad ni fuera de ella). Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la carne”
Los invito a que caminemos juntos


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