Un momento
importante para la preparación a la Navidad es el Sacramento de la Reconciliación. Él nos prepara para que la Navidad
sea eficaz.
Acercarse al
Sacramento con el cual somos reconciliados con Dios equivale a tener experiencia directa de su misericordia.
Es encontrar el Padre que perdona. ¡Dios perdona todo!
Dios nos comprende también en nuestras
limitaciones nos comprende también en nuestras contradicciones.
No solo, Él con
su amor nos dice que cuando reconocemos nuestros pecados nos es todavía más cercano y nos anima a mirar hacia adelante (es
el significado de la palabra “confiteor”, confieso).
Dice más, que
cuando reconocemos nuestros pecados, pedimos perdón, hay fiesta en el cielo, Jesús hace fiesta en el cielo y
ésta es su misericordia. No se desanimen. Adelante, adelante con esto.
Cuántas veces se
oye: “Padre, no consigo perdonar”, el vecino, el colega de trabajo, la vecina,
la suegra, la cuñada, todos hemos escuchado eso: ¡no consigo perdonar!
Pero ¿cómo se
puede pedir a Dios que nos perdone, si después nosotros no somos capaces del
perdón?
Perdonar es una
cosa muy grande, no es fácil perdonar, porque nuestro corazón es pobre y con
sus fuerzas no lo puede hacer.
Pero si nos abrimos para recibir la
misericordia de Dios para nosotros, a su vez somos capaces de perdón. Cuantas
veces se oyó: pero a esa persona yo no podía verla, la odiaba, un día me acerqué
a Jesús, pedí perdón de mis pecados, y también perdoné aquella persona.
Por lo tanto, ¡ánimo! Vivamos esta
preparación a la Navidad iniciando con este signo que llevan consigo una gran
fuerza de amor. El Señor nos acompañará para conducirnos a tener experiencia de
otros signos importantes para nuestra vida. ¡Ánimo y hacia adelante!
El martes 20 a las 20 hs. tendremos la
oportunidad de experimentar la Misericordia de Dios en la Celebración
Penitencial o de la Misericordia que realizaremos como Comunidad. En todo los
Sacramentos está presente toda la Comunidad. Lo importante es la actitud interior que se expresa en el
arrepentimiento.
Como signo se propone que hasta la
realización de esa celebración cada uno realice un “examen de conciencia” (que
se envía para confrontarse) y escriba en un papel todas aquellas actitudes que
nos apartaron de Dios; aquellas que nos debilitaron en nuestra vida de fe;
aquellas que rompieron la relación con nuestros hermanos, etc. ¡Nuestros pecados!
Es anónimo. En la Celebración los quemaremos con el fuego del Cirio Pascual
dejando en claro así que es Jesús el que los hace desaparecer con su
Misericordia por la mediación y el ministerio de toda la Iglesia.
Si alguien, o
antes o después, necesita hablar con el sacerdote, cualquiera, lo puede hacer
libremente.
La Navidad es
precisamente la oportunidad que Dios nos ofrece para volver al estado original,
libres de culpa y pena, para retomar la vida de comunión con Dios y con los
hombres: ¡ser felices!
(Se adjunta un
examen de conciencia en otro archivo y también algunas cuestiones que tienen
que ver con inquietudes relacionadas con el aborto).
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