“Tú me sacaste del vientre de
mi madre” (Ps. 22,10)
Se responde a algunas tergiversaciones que han
aparecido en los medios de comunicación, acerca de la autorización que el papa
Francisco ha dado a los sacerdotes para perdonar el gravísimo pecado del aborto.
1. El papa Francisco ha
reiterado en muchas ocasiones que se debe respeto a la vida de la persona
humana, desde la concepción hasta la muerte natural. La nueva vida de un niño
es una bendición y un gran don que el creador ha confiado a su padre y a su
madre.
2. Desde siempre, la Iglesia
enseña y repite este mensaje porque el ser engendrado en el seno materno es una persona, por tanto, con la
dignidad de criatura, de hijo de Dios destinado a una vida eterna en Cristo.
3. Al igual que la Iglesia,
todas las personas con sentido común, y la misma ciencia, corroboran la
presencia de todo el potencial humano en el ser engendrado, desde su misma
concepción.
4. El aborto es una acción
directa contra un ser humano en el vientre materno. Es arrancar la vida a un
ser inocente, indefenso y débil. Es considerar al feto como “material de
descarte”.
5. Debido a la gravedad de esta acción en sí misma, porque es un atentado
muy grave contra la vida humana, la Iglesia reservó el perdón de este pecado a
los obispos. De esa manera se destaca la gravedad de la acción.
6. Como la salud espiritual y
humana de las personas es muy importante, y teniendo en cuenta que la mayoría de las personas que incurren
directa o indirectamente en estas acciones suelen tener un vivo y doloroso
arrepentimiento delante de Dios, el santo Padre Francisco ha concedido a
todos los sacerdotes del mundo la posibilidad de absolver el pecado del aborto a quien arrepentido acude a la Confesión.
Es un gesto de misericordia hacia quienes sufren por haber incurrido en estas
graves faltas.
7. El Papa reitera en la carta
“Misericordia et misera” (22-XI-2016) lo siguiente: “reitero con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave,
porque pone fin a una vida humana inocente” (n.12). A la vez que señala que
“no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y
destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse
con el Padre” (n.12).
8. La defensa sostenida de la
Iglesia por el derecho humano primario de la vida desde su concepción hasta la
muerte natural, forma parte del Evangelio de Jesucristo que dignifica a todos
los seres humanos y es una fuente de armonía, de paz y desarrollo.
(Tomado de la agencia Zenit)
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