8 DE SETIEMBRE: LA NATIVIDAD DE MARIA
María nos fue dada como Madre al pie de
la cruz. Es parte importante del Proyecto de Jesús: nos cuida, nos alienta, nos
entusiasma, nos abre a la esperanza, nos guía hacia Jesús.
Escuchémosla y sigámosla.
UNA COMUNIDAD
CRISTIANA NO PUEDE CERRARSE SOLO EN EL CULTO
Cualquier comunidad de la Iglesia , en la medida en
que pretenda subsistir tranquila sin ocuparse creativamente y cooperar con
eficiencia para que los pobres vivan con dignidad y para incluir a todos,
también correrá el riesgo de la disolución, aunque hable de temas sociales o
critique a los gobiernos. Fácilmente terminará sumida en la mundanidad espiritual,
disimulada con prácticas religiosas, con reuniones infecundas o con discursos
vacíos. (Evangelii Gaudium, 207)
En el texto citado, el
Papa Francisco nos pone en guardia sobre el peligro de cerrarnos solamente -como
los fariseos- en algunos aspectos de la vida cristiana, y además, toca un
aspecto central del mensaje de Jesús, mensaje muchas veces olvidado y que el
evangelista Juan pone al centro de la última cena: el lavatorio de los pies. Compartir la “comunión” no es hacerlo
sólo con Jesús presente en la
Hostia consagrada, sino que supone el “compromiso” de
compartir la vida con los demás, para que todos vivan con dignidad e inclusión,
y no de manera demagógica y cautiva. Ese es el sentido del AMÉN que
pronunciamos al comulgar.
Al cerrarse en la mera
celebración o práctica religiosa o en reuniones infecundas que no proyectan
absolutamente nada, el cristiano corre el riesgo de la disolución (lo cual
resulta obvio y está a la vista). Muy por el contrario, el Mensaje de Jesús y
su actuar tiene un fuerte aspecto social basado en una moral y ética seria y no
interesada. No se puede ni se debe encerrar a Jesús y a su Mensaje en los templos, sino que desde los templos tiene que impregnar
la vida social; de esto se trata el aspecto más sublime de la Caridad , sin la cual una
Comunidad está destinada a desaparecer.
Pero ¡qué difícil es
tener un corazón abierto!, ¡tenemos prejuicios y nos faltan estímulos!
Solo el Espíritu de
Jesús nos estimula verdaderamente, cuando abrimos nuestro corazón.
Lamentablemente, con frecuencia no se nos “mueve un pelo” frente a su mensaje y
preferimos seguir con “la propia idea”.
Por todo esto, también
una Comunidad tiende a desaparecer cuando ha perdido la capacidad de asombro y
del entusiasmo que surge de ir apoyándose los unos sobre los otros.
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