viernes, 4 de septiembre de 2015

8 DE SETIEMBRE: LA NATIVIDAD DE MARIA

8 DE SETIEMBRE: LA NATIVIDAD DE MARIA

María nos fue dada como Madre al pie de la cruz. Es parte importante del Proyecto de Jesús: nos cuida, nos alienta, nos entusiasma, nos abre a la esperanza, nos guía hacia Jesús.

Escuchémosla y sigámosla.

UNA COMUNIDAD CRISTIANA NO PUEDE CERRARSE SOLO EN EL CULTO

Cualquier comunidad de la Iglesia, en la medida en que pretenda subsistir tranquila sin ocuparse creativamente y cooperar con eficiencia para que los pobres vivan con dignidad y para incluir a todos, también correrá el riesgo de la disolución, aunque hable de temas sociales o critique a los gobiernos. Fácilmente terminará sumida en la mundanidad espiritual, disimulada con prácticas religiosas, con reuniones infecundas o con discursos vacíos. (Evangelii Gaudium, 207)

En el texto citado, el Papa Francisco nos pone en guardia sobre el peligro de cerrarnos solamente -como los fariseos- en algunos aspectos de la vida cristiana, y además, toca un aspecto central del mensaje de Jesús, mensaje muchas veces olvidado y que el evangelista Juan pone al centro de la última cena: el lavatorio de los pies. Compartir la “comunión” no es hacerlo sólo con Jesús presente en la Hostia consagrada, sino que supone el “compromiso” de compartir la vida con los demás, para que todos vivan con dignidad e inclusión, y no de manera demagógica y cautiva. Ese es el sentido del AMÉN que pronunciamos al comulgar.
Al cerrarse en la mera celebración o práctica religiosa o en reuniones infecundas que no proyectan absolutamente nada, el cristiano corre el riesgo de la disolución (lo cual resulta obvio y está a la vista). Muy por el contrario, el Mensaje de Jesús y su actuar tiene un fuerte aspecto social basado en una moral y ética seria y no interesada. No se puede ni se debe encerrar a Jesús y a su Mensaje en los templos, sino que desde los templos tiene que impregnar la vida social; de esto se trata el aspecto más sublime de la Caridad, sin la cual una Comunidad está destinada a desaparecer.
Pero ¡qué difícil es tener un corazón abierto!, ¡tenemos prejuicios y nos faltan estímulos!
Solo el Espíritu de Jesús nos estimula verdaderamente, cuando abrimos nuestro corazón. Lamentablemente, con frecuencia no se nos “mueve un pelo” frente a su mensaje y preferimos seguir con “la propia idea”.

Por todo esto, también una Comunidad tiende a desaparecer cuando ha perdido la capacidad de asombro y del entusiasmo que surge de ir apoyándose los unos sobre los otros.

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