EL ORGULLO DE
SER CRISTIANO
¿Quién no se
siente orgulloso de ser de Boca, River, Independiente, Racing…? ¿Quién no de
ser “orgullosamente” argentino, italiano, etc.? De la misma manera lo podemos
pensar en infinitos aspectos… Pero ¿se siente alguien orgulloso de ser
cristiano? ¡Espero que sí! No obstante, la realidad dice que en ese sentido no
hay mucho entusiasmo, se da por descontado el serlo o no. No nos “calentamos”
por esta condición de nuestra vida como lo hacemos por otras cosas.
¿Siento orgullo de ser “Hijo de Dios”? ¿Alguna vez
pensé en lo que esto significa y cómo pude llegar a serlo? Ciertamente, no hice
nada para ser o merecer mi cristiandad; me fue regalada, y un regalo o se
aprecia, o se desprecia ignorándolo.
¿Siento orgullo de pertenecer al Pueblo de Dios, a
su Familia, a la Iglesia ? El hijo de
Dios es parte de una familia, de todo un proyecto de Dios, de un deseo suyo, de
un ideal que Él tiene: que toda la humanidad sea su Reino, que todos podamos
compartir su vida para siempre. Cada uno de nosotros es parte de este proyecto:
¿me siento así?
Pensemos dónde
estamos parados y qué hacemos para ser fieles a Jesús y a su proyecto.
¿Siento orgullo de pertenecer a esta Comunidad
concreta que es la realidad visible de ese Pueblo o Familia de Jesús? San Pablo nos
dice que hemos renacido por la acción del Espíritu y no son ya solo los lazos
de sangre los que nos hacen la familia de Jesús en la Comunidad , sino ese
Espíritu. El orgullo de pertenecer no se manifiesta solo de palabra o de
sentimiento, sino en responsabilidad, compromiso, presencia, participación,
interés.
¿Siento orgullo de saber que Jesús en la Eucaristía me alimenta,
me guía, me sostiene y me acompaña? En agosto, la liturgia dominical nos
propuso una reflexión sobre la
Eucaristía : ¿me preocupó o me dejó indiferente? Me tengo que
preguntar, profunda y sinceramente, qué interés tengo y en qué me juego por
ella y por lo que significa