CATEQUESIS DEL PAPA
FRANCISCO SOBRE EL PRECIO QUE LOS NIÑOS PAGAN POR UNIONES INMADURAS Y
SEPARACIONES IRRESPONSABLES
El Santo Padre afirma que los niños pagan el precio de 'uniones
inmaduras y de separaciones irresponsables'. El Señor juzga nuestra vida
escuchando lo que refieren los ángeles de los niños
Queridos hermanos y
hermanas,
En la catequesis sobre
la familia completamos hoy la reflexión sobre los niños, que son el fruto más
bonito de la bendición que el Creador ha dado al hombre y a la mujer. Ya hemos
hablado del gran don que son los niños, hoy debemos lamentablemente hablar de
las “historias de Pasión” que viven muchos de ellos.
Muchos niños desde el
principio son rechazados, abandonados, despojados de su infancia y de su
futuro. Alguno osa decir, casi para justificarse, que ha sido un error hacerles
venir al mundo. ¡Esto es vergonzoso! ¡No descarguemos sobre los niños nuestras
culpas! Los niños no son nunca “un error”. Su hambre no es un error, como no lo
es su pobreza, su fragilidad, su abandono; y no lo es ni siquiera su
ignorancia, o su incapacidad. Muchos niños no saben lo que es una escuela.
En todo caso, se trata
de motivos para amarlos más, con mayor generosidad. ¿Qué hacemos con las solemnes
declaraciones de los derechos del hombre y del niño, si después castigamos a
los niños por los errores de los adultos?
Aquellos que tienen la
tarea de gobernar, de educar, pero diría todos los adultos, somos responsables
de los niños y de hacer lo que cada uno de nosotros pueda para cambiar esta
situación. Me refiero a la pasión de los niños. Cada niño marginado,
abandonado, que vive por la calle mendigando e intentando sobrevivir de
cualquier manera, sin escuela, sin atención médica, es un grito que sube a Dios
y que acusa el sistema que hemos construido. Y lamentablemente estos niños son
presa de criminales, que les explotan para el tráfico y el comercio indigno, y
los adiestran para la guerra y la violencia.
Pero también en los
países, así llamados, ricos, muchos niños viven dramas que les marcan de una
forma muy fuerte, por la crisis de la familia, de los vacíos educativos y de
condiciones de vida a veces deshumanas. En cualquier caso, son infancias
violadas en el cuerpo y en el alma. ¡Pero ninguno de estos niños es olvidado
por el Padre que está en el cielo! ¡Ninguna de sus lágrimas se pierde!, como
tampoco se pierde nuestra responsabilidad, la responsabilidad social de las
personas y de los países.
(Continuará)
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