¿De quién depende la Salvación ?, cuando por
Salvación se entiende la obra de Jesús que vino para perdonar nuestros pecados
y hacernos re-nacer a la vida nueva de hijos de Dios y hermanos entre nosotros
y abrirnos las puertas de la eternidad.
San Agustín, un gran
estudioso siempre iluminado, nos dice que la salvación depende de Dios y de
nosotros, siempre juntos. El objetivo de la creación del hombre por parte de
Dios consiste en poder participar de su vida, entrar en el círculo de su Amor,
hacernos participar de él. Poseer la vida es el don divino: el don más grande que hayamos
recibido. ¡Y qué poca importancia le damos a este don! Estamos tan
acostumbrados a “tener vida” que olvidamos la relación que ésta tiene con el
creador.
Ciertamente, la
existencia tiene sus vueltas, nada es fácil, y muchas veces pensamos que todas
las desavenencias que se nos presentan, si es que Dios existe, no tendrían que
estar presentes. Sin embargo, Dios nos creó “muy buenos” pero también con
“libertad” (¡Qué respetuoso este Dios creador!). Y a la libertad muchas veces
la entendemos mal, no como la entendió el creador. Nosotros pensamos que
tenemos libertad para hacer “lo que queremos”; mientras que se nos fue dada
“para hacer el bien”. A causa de esto, siempre tenemos que elegir entre lo que
queremos y hacer el bien.
Es así que lo que
Jesús realizó en plena libertad se convierte en parámetro para que nosotros
obremos de la misma manera.
Por eso la salvación
depende también de nosotros, de nuestras elecciones. Se puede vivir de muchas
maneras, también a contramano de éticas y morales y contra el sentido común: siempre
dependerá de nosotros, de esta posibilidad de hacer el bien o no.
Como buenos
cristianos tratemos de que, como dice Papa Francisco, “no nos roben la fe, la
esperanza y el Amor de Dios”
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