lunes, 6 de abril de 2015

El sacramento del matrimonio



      El Sacramento del Matrimonio, “gran sacramento” como lo llama San Pablo es “un Ministerio”, un “servicio” al don más preciado que es la vida (sea la de los cónyuges como la de los hijos a quienes los cónyuges se la transmiten).
      Se sabe que el don de la vida es “don de Dios” pues Él es el origen de la vida. Él quiso hacer partícipes de este don a los hombres de manera tal que también es un servicio a Dios. Y como “ministros” reciben en el sacramento la ayuda necesaria para poder vivirlo, enriquecerse, madurar y llegar a la plenitud.
     Todo esto lleva a considerar la importancia del ejercicio del ministerio hacia el otro, ya que lo estoy sirviendo para que el prójimo sea lo que Dios ha siempre querido que sea. Ese estar pendientes mutuamente consolida los lazos y hace mirar la vida con esperanza. Juntos, los esposos se abren al servicio en la comunicación de la vida hacia los hijos y así, además de estar al servicio de Dios, lo están también hacia la comunidad y la sociedad.

     Para vivir este “ministerio”, tres consejos:
1. Vida de oración. Encuentro con Dios, especialmente con su Palabra (Yo soy la vida, la verdad y la Vida). Y con la Eucaristía, celebración de la vida de fe que fortalece y enriquece.
2. El diálogo. Fundamental para el conocimiento mutuo ya que todos cambiamos; y para ir buscando caminos compartidos.
3. El respeto mutuo. Esto en todo momento pues “estoy a su servicio”…Si bien “ya no son dos sino una sola carne”, cada uno

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