sábado, 30 de agosto de 2014

LA PALABRA DE DIOS ES EL CIMIENTO SOBRE EL QUE SE AFIRMA Y SE ALIMENTA NUESTRA VIDA DE FE




Queridas familias:
Como todos los años, el mes de setiembre es el mes dedicado a “La Palabra de Dios”. Es un tiempo para que podamos tomar conciencia de la importancia que el Verbo Divino tiene en nuestra vida de fe, no solo por el conocimiento cuanto por las pequeñas actitudes de la vida.
La Palabra de Dios no es solo un libro, es fundamentalmente una Persona, Jesús: “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”. Cuando leo y medito la Palabra es Jesús quien me habla, se comunica conmigo, se hace presente junto a mí, dentro de mí; me enriquece, me sostiene en mis dificultades, me ilumina y clarifica, me hace conocer la verdad que necesito.
Durante mucho tiempo la Iglesia insistió sobre todo en los “sacramentos” (por motivos históricos que no vienen al caso mencionar) y dejó de lado la Palabra de Dios para que fuera anunciada solo como doctrina por el clero. Hoy y desde hace cincuenta años, se la volvió a colocar en el lugar que le corresponde dedicándole en el culto, sobre todo eucarístico, una mesa: la mesa de la Palabra con la que se comienza para luego pasar a la mesa de la eucaristía o de la presencia real de Cristo resucitado, que se nos ofrece completamente: con su mensaje (Palabra) y con su Cuerpo.
¿Qué pretende este mes? Antes que nada que tomemos conciencia de su importancia en nuestra vida. Que no le tengamos miedo al acercamiento a la Biblia, especialmente al Nuevo Testamento con todos sus libros. Que todos los días podamos leer un trozo de él y, como sugerencia, el o los textos que la liturgia de cada día nos presenta.
El objetivo es prolongar en el tiempo (siempre) este acercamiento a la Palabra, sin temores, sin prejuicios sin preocuparme si entiendo mucho o poco, bien o mal, ya que Jesús y su Espíritu, me guiarán sin que me dé cuenta y me harán saborear el amor de Dios que por medio de su Palabra acompaña nuestras vidas y con ellas nos sostiene, nos ilumina, nos conforta y alimenta.
       ¡Buena tarea! Con la bendición de Dios

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