Este año hemos vuelto a
vivir una Semana Santa diferente. El año pasado nos acompañó, ayudándonos y
proponiéndonos distintas celebraciones, el P. Yiyo.
Este año fue el P. Pablo,
que ha elegido nuestra comunidad, quien nos ha propuesto algo nuevo y
participativo: buscó hacernos comprender lo esencial de nuestra vida de fe
cristiana por medio de las celebraciones de Semana Santa. Esperamos haber
comprendido que lo esencial -y sin lo cual el cristianismo es como una campana
que repica sin sentido- es el Servicio, la apertura, la entrega, el salirse de
uno mismo en la búsqueda de la construcción de mujeres y hombres “nuevos”, para
una “nueva humanidad”. Esto ha sido machacado una y otra vez partiendo de las
actitudes de Jesús.
Aquellos que han participado
con el “corazón abierto” para que actúe Dios, seguramente se verán enriquecidos
y con ánimo para seguir en el camino del “discipulado”. Si así fue, hay que dar
gracias a Dios de todo corazón y también al P. Pablo que ha sido el instrumento
elegido por El para esta ocasión. ¡Sepamos ser siempre agradecidos!
Ahora nos preparamos para
ponerle a la Pascua
el broche de oro que es Pentecostés. ¡Qué el Espíritu Santo, siempre presente
en su Iglesia, nos guíe y nos haga dóciles!
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