martes, 13 de mayo de 2014

EL TIEMPO PASCUAL NOS AYUDA A FORTALECER EL OBJETO DE NUESTRA FE

Queridas familias:
Todo cristiano debe saber que su crecimiento como tal tiene como columna vertebral al “Año Litúrgico” (tiempo en el cual Jesús realiza su salvación). Dentro del Año Litúrgico y ya finalizada la Semana Santa comienza el “Tiempo Pascual”. Este período sirve para fortalecer nuestra fe, cuyo objeto es el mismo Jesús resucitado. De esta manera, la fe que decimos tener será vivencial -y no solo intelectual- y, además, evangelizadora. Un modo de “hacer viva” nuestra fe consiste en retomar los textos evangélicos de los domingos del tiempo de Cuaresma y “rumiarlos” a la luz del acontecimiento pascual: así encontraríamos cosas interesantes como guías vivenciales y misioneras.
Pero este tiempo es también de preparación. Una preparación cuya imagen tenemos en el cenáculo donde los discípulos, junto con María y otros, esperan el cumplimiento de la promesa del don del Espíritu Santo.
Nuestra Comunidad Parroquial, precisamente para recordarnos permanentemente esta realidad, tiene la gracia de tener la Capilla dedicada al Espíritu Santo. Por eso, este tiempo de preparación se dirige a sus Fiestas Patronales, donde lo importante no es todo lo estructural y externo, sino nuestra predisposición a la docilidad para dejar que sea Él quien renueve todas las cosas, especialmente nuestro interior, nuestro corazón. Así se dio en el cenáculo donde estaban reunidos los amigos de Jesús en oración, compartiendo la vida, buscando releer todo lo que habían vivido y también todo lo que María les podía comunicar.
¿Sabremos también nosotros tener esas mismas actitudes que Jesús nos transmite por medio de la Palabra escrita (los evangelios)? Ciertamente, los buenos propósitos se toparán con miles de tentaciones, pero como nos dice Jesús “gracias a la constancia salvarán las vidas”.
Mi deseo es que podamos juntos rezar un poco más, reflexionar y rumiar todo lo vivido y lo que Dios nos ha transmitido por medio de su Palabra.

 
 
 

9 CONSEJOS DEL PAPA FRANCISCO PARA UN MATRIMONIO FELIZ





1. La casa se construye juntos
“(…) el amor es una relación, entonces es una realidad que crece, y podemos incluso decir, a modo de ejemplo, que se construye como una casa. Y la casa se construye juntos, no sola. Construir significa aquí favorecer y ayudar el crecimiento. Queridos novios, vosotros os estáis preparando para crecer juntos, construir esta casa, vivir juntos para siempre.

No queréis fundarla en la arena de los sentimientos que van y vienen, sino en la roca del amor auténtico, el amor que viene de Dios. La familia nace de este proyecto de amor que quiere crecer como se construye una casa, que sea espacio de afecto, de ayuda, de esperanza, de apoyo. Como el amor de Dios es estable y para siempre, así también el amor que construye la familia queremos que sea estable y para siempre. Por favor, no debemos dejarnos vencer por la ‘cultura de lo provisional’. Esta cultura que hoy nos invade a todos, esta cultura de lo provisional. ¡Esto no funciona!”.


VIVENCIAS DE LA SEMANA SANTA

 
Este año hemos vuelto a vivir una Semana Santa diferente. El año pasado nos acompañó, ayudándonos y proponiéndonos distintas celebraciones, el P. Yiyo.
Este año fue el P. Pablo, que ha elegido nuestra comunidad, quien nos ha propuesto algo nuevo y participativo: buscó hacernos comprender lo esencial de nuestra vida de fe cristiana por medio de las celebraciones de Semana Santa. Esperamos haber comprendido que lo esencial -y sin lo cual el cristianismo es como una campana que repica sin sentido- es el Servicio, la apertura, la entrega, el salirse de uno mismo en la búsqueda de la construcción de mujeres y hombres “nuevos”, para una “nueva humanidad”. Esto ha sido machacado una y otra vez partiendo de las actitudes de Jesús.
Aquellos que han participado con el “corazón abierto” para que actúe Dios, seguramente se verán enriquecidos y con ánimo para seguir en el camino del “discipulado”. Si así fue, hay que dar gracias a Dios de todo corazón y también al P. Pablo que ha sido el instrumento elegido por El para esta ocasión. ¡Sepamos ser siempre agradecidos!
 
Ahora nos preparamos para ponerle a la Pascua el broche de oro que es Pentecostés. ¡Qué el Espíritu Santo, siempre presente en su Iglesia, nos guíe y nos haga dóciles!