sábado, 5 de abril de 2014

EVANGELII GAUDIUM


     Una de las preocupaciones fundamentales de la Iglesia, expresada por el Papa Francisco, es la Evangelización, la transmisión de la fe en el contexto actual. En efecto, nadie tiene los ojos tan cerrados como para no ver como nuestra Iglesia se vacía: seguirán aumentando los “cristianos anagráficos” (solo bautizados) mientras que los que se esfuerzan por vivir el mensaje de Jesús en la Iglesia, disminuyen. Tampoco en el pequeño ambiente donde nos movemos podemos manifestar, como se dice en otros lugares, que el “fenómeno Francisco” genera entusiasmo y un regreso a la Iglesia: concretamente ¿han vuelto los jóvenes a la Iglesia como se dice? Parecería que el hecho, en líneas generales, “no calienta demasiado”.
 
    Por estos motivos, el Papa escribió una Exhortación Apostólica, la “Evangelii Gaudium” (texto para recomendar leer y meditar lentamente). En este documento el Papa presenta algunas “tentaciones” que se nos presentan a los cristianos. De todas ellas, presentamos una, la del nº 78 del documento, que es fundamental y que puede resumirse en estas palabras:
 
la tentación de una preocupación exacerbada por los espacios personales de autonomía y de distensión, que lleva a vivir la tarea (evangelizadora) como un mero apéndice de la vida, como si no fueran parte de la propia identidad. Al mismo tiempo, la vida espiritual se confunde con algunos momentos religiosos que brindan cierto alivio pero que no alimentan el encuentro con los demás, el compromiso con el mundo, la pasión evangelizadora.
 
     Así, aunque se rece, “se advierte una acentuación del individualismo, una crisis de identidad y una caída del fervor. Son tres males que se alimentan entre sí”. El documento nos advierte además de otras consecuencias: frente a la cultura mediática se desarrolla un complejo de inferioridad que lleva a relativizar u ocultar la identidad cristiana y las convicciones, y, en relación con esto, el relativismo: un “todo da igual”.
 
     La Cuaresma es, como para Jesús en el desierto, un momento privilegiado para que con la Palabra de Dios, podamos clarificar el proyecto de Dios para cada uno y, a partir de la Pascua, lanzarnos a la tarea de “vivir” cristianamente poniendo nuestra mirada en Dios y en los demás.
 
     Sigamos perseverando en este camino de la Cuaresma a partir de estas reflexiones.
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