Queridas familias:
Ya vamos terminando el año pastoral y comenzaremos a fin
de mes otro más. Dar gracias a Dios es una necesidad porque, a pesar de todo,
El sigue estando presente y acompañando nuestras vidas. Por cierto que no todo
fue exitoso, no todo salió como uno ha planificado; mirar para atrás no sirve
de mucho si no es para seguir apostando al hoy y al mañana. Como dice el
Evangelio de Lucas: “alegrémonos porque nuestros nombres están escritos en el
cielo”, y no tanto porque adquirimos resultados. Lo que “mira” Jesús es el
esfuerzo sincero que hemos puesto en seguir sus pasos, en dejarnos guiar por El
y su Iglesia, y no solo los logros.
Además este año, en los últimos tres meses, no han
faltado propuestas nuevas bajo la ayuda del P. Yiyo. Su presencia en la Comunidad hay que
valorarla y agradecerla.
Para mí también es motivo de agradecimiento el poder
“aflojarme” un poco volviendo a mis raíces italianas, por el don de la vida y
el don de la vocación presbiteral. Si bien bastante de mi tiempo lo he dedicado
a consolidar los lazos familiares y de muchas amistades, también el ministerio
en diversas comunidades (distintas) me ha ayudado mucho. Por eso el dar gracias
a Dios Padre es parte de nuestro ADN cristiano. Y todo en función de mirar para
adelante con esperanza y optimismo, viviendo el día a día en el lugar en el que
El nos puso.