Queridas
familias:
Estamos
en este hermoso tiempo de Cuaresma. Un tiempo de preparación y de esperanza que
nos anima a dejarnos transformar por la Pascua de Jesús, el Hijo de
Dios. Es importante que comprendamos que no somos nosotros los protagonistas de
este tiempo cuaresmal. Es Él, Jesús, que nos invita, que quiere trabajar en
nosotros. El nos regala su vida, una comprensión cada vez más clara de su obra
salvadora, de la dignidad divina que tenemos, de que si somos “alguien”, si
podemos esperar en una tierra nueva y un cielo nuevo, es por Jesús y su acción.
Siempre hemos visto el tiempo cuaresmal como tiempo en
el cual tenemos que hacer penitencia, sacrificios, mortificaciones; tiempo en
el cual ponemos el acento en nuestros pecados esperando que Jesús nos perdone
(¡pero si ya nos perdonó!) Es que en este tiempo nos preparamos para la
Gran Acción de Gracias que le damos por
todo lo que hace por nosotros hoy: ¡Su Pascua!
Igualmente digamos que una cosa no quita la otra.
Revisar nuestra vida a la luz de la obra de Jesús es importante.
Sería bueno que nos confrontemos con nuestra fe y la
obra de Jesús: la Iglesia
o Comunidad de los cristianos. Sobre la Iglesia ya dijimos bastante anteriormente. Pero
hay algo que preocupa y tiene que ser revisado. Es el individualismo religioso.
Nos conformamos con nuestra personal relación
religiosa con la divinidad y nos olvidamos del mandamiento del amor hacia los
demás (todos). Nos justificamos cristianos por motivos varios y en el mejor de
los casos porque vamos a Misa, comulgamos y basta. El hecho de ir solamente a
Misa y comulgar no creo que llegue a realizarnos como hermanos de Jesús.
¿Vieron lo que es un Supermercado? Se va él, se compra
lo que uno cree necesitar, paga y se regresa a su casa. Así aparece en muchos
casos la Iglesia:
un supermercado religioso para el consumo individual. ¿Esto es lo que quiere
Jesús?
Los tiempos han cambiado, la sociedad ha cambiado, la
cultura también. Esto es normal en la historia. Es en cada uno de estas
situaciones que los cristianos están llamados a encarnar el mensaje permanente
y de verdad que nos transmitió Jesús. Este mensaje los podemos resumir en dos actitudes
que luego generarán otras. Estas son: 1. “ámense los unos a los otros como yo los
amé” (¿Cuál es el primer
mandamiento?: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y
con todo tu espíritu; el segundo es semejante al primero, amarás a tu prójimo
como a ti mismo”) y 2. “Hagan esto en memoria mía” refiriéndose a la Eucaristía (expresión
cultual de su amor a Dios Padre y a nosotros los hombres de todos los tiempos).
Si no
tenemos en claro este objetivo de Jesús, nuestra Pascua será una celebración
licuada y sin fuerza.
Sigamos
avanzando en esta conciencia de vida cristiana como familia y buscando siempre “comunicar” este aspecto de la fe a todos
aquellos que nos rodean.
Buena
Cuaresma y que El Padre misericordioso los bendiga.
p.
Darío
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