viernes, 2 de marzo de 2012

“¡DEJENSE RECONCILIAR CON DIOS!”


Queridas familias:
            Estamos en este hermoso tiempo de Cuaresma. Un tiempo de preparación y de esperanza que nos anima a dejarnos transformar por  la Pascua de Jesús, el Hijo de Dios. Es importante que comprendamos que no somos nosotros los protagonistas de este tiempo cuaresmal. Es Él, Jesús, que nos invita, que quiere trabajar en nosotros. El nos regala su vida, una comprensión cada vez más clara de su obra salvadora, de la dignidad divina que tenemos, de que si somos “alguien”, si podemos esperar en una tierra nueva y un cielo nuevo, es por Jesús y su acción.
Siempre hemos visto el tiempo cuaresmal como tiempo en el cual tenemos que hacer penitencia, sacrificios, mortificaciones; tiempo en el cual ponemos el acento en nuestros pecados esperando que Jesús nos perdone (¡pero si ya nos perdonó!) Es que en este tiempo nos preparamos para la Gran Acción de Gracias que le damos por todo lo que hace por nosotros hoy: ¡Su Pascua!

Igualmente digamos que una cosa no quita la otra. Revisar nuestra vida a la luz de la obra de Jesús es importante.
Sería bueno que nos confrontemos con nuestra fe y la obra de Jesús: la Iglesia o Comunidad de los cristianos. Sobre la Iglesia ya dijimos bastante anteriormente. Pero hay algo que preocupa y tiene que ser revisado. Es el individualismo religioso.
Nos conformamos con nuestra personal relación religiosa con la divinidad y nos olvidamos del mandamiento del amor hacia los demás (todos). Nos justificamos cristianos por motivos varios y en el mejor de los casos porque vamos a Misa, comulgamos y basta. El hecho de ir solamente a Misa y comulgar no creo que llegue a realizarnos como hermanos de Jesús.
¿Vieron lo que es un Supermercado? Se va él, se compra lo que uno cree necesitar, paga y se regresa a su casa. Así aparece en muchos casos la Iglesia: un supermercado religioso para el consumo individual. ¿Esto es lo que quiere Jesús?
Los tiempos han cambiado, la sociedad ha cambiado, la cultura también. Esto es normal en la historia. Es en cada uno de estas situaciones que los cristianos están llamados a encarnar el mensaje permanente y de verdad que nos transmitió Jesús. Este mensaje los podemos resumir en dos actitudes que luego  generarán otras. Estas son: 1. “ámense los unos a los otros como yo los amé”  (¿Cuál es el primer mandamiento?: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu; el segundo es semejante al primero, amarás a tu prójimo como a ti mismo”)  y 2. “Hagan esto en memoria mía” refiriéndose a la Eucaristía (expresión cultual de su amor a Dios Padre y a nosotros los hombres de todos los tiempos).
            Si no tenemos en claro este objetivo de Jesús, nuestra Pascua será una celebración licuada  y sin fuerza.
            Sigamos avanzando en esta conciencia de vida cristiana como familia y buscando siempre  “comunicar” este aspecto de la fe a todos aquellos que nos rodean.
            Buena Cuaresma y que El Padre misericordioso los bendiga.

                                                                                                                                 p. Darío

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